Ciudad de México, 2 de noviembre 2020, - México culminó este lunes el luto nacional de tres días decretado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en honor a las 91.895 personas fallecidas de covid-19 en el país y con motivo del Día de Muertos, que este año estuvo marcado marcado por las restricciones sanitarias.
Las tres jornadas de luto, durante las cuales se cancelaron los eventos oficiales y las banderas de México ondearon a media asta, concluyeron con una ceremonia tradicional wixárika, pueblo indígena del occidente del país, en el Palacio Nacional.
Esta es la primera ocasión en la que se decreta luto nacional desde los sismos acontecidos en septiembre 2017, que dejaron en su conjunto 471 muertos.
El patio de la residencia presidencial fue el escenario de una sincrética ceremonia de raíces indígenas y católicas durante la cual se hizo una oración entre incenso, tabaco, velas, flores y bailes.
López Obrador anunció el pasado martes que durante las festividades del Día de Muertos, que se celebran entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, se decretaría luto nacional porque "es mucho el dolor" que ha provocado la covid-19, la cual ya acumula 91.895 decesos y 929.392 casos confirmados en el país.
El mandatario recordó que detrás de los números hay "personas y mucha tristeza en familiares y amigos".
Mientras se cancelaron todos los actos oficiales, el Palacio Nacional se convirtió en la sede del homenaje, donde representantes indígenas levantaron el sábado tradicionales y coloridas derendas dedicadas a los fallecidos y las manifestaciones al presidente.
Y el domingo, al caer la noche del 1 al 2 de noviembre, momento cumbre del Día de Muertos, los representantes de 20 pueblos indígenas hicieron un emotivo encendido de velas para guiar las almas de los difuntos.
UN DÍA DE MUERTOS ATÍPICO
No se recuerda en México un Día de Muertos tan atípico como el de este año, en que la pandemia ha opacado y alterado la festividad mexicana más universal, la cual fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Para evitar las aglomeraciones de familias, buena parte del país cerró durante estas fechas los panteones, incluidos los del área metropolitana de Ciudad de México y los de un estado tan tradicional como Oaxaca.
Por eso, cobraron importancia las ofrendas que las familias mexicanas ponen cada año en sus casas, donde se depositan fotos de difuntos, alimentos y flores de cempasúchil a fin de que las almas de los seres queridos visiten durante la noche el mundo de los vivos.
Unas ofrendas engrosadas este año por los miles de fallecidos que ha dejado el nuevo coronavirus desde que llegó al país el pasado febrero, muchos de ellos médicos.
Esta vez no se levantó el altar monumental de muertos en la céntrica plaza del Zócalo de Ciudad de México, por lo que las autoridades capitalinas invitaron a los ciudadanos a compartir en redes sociales fotos de las ofrendas domésticas.
No obstante, algunos museos emblemáticos no fallaron este año a la tradición y montaron sus propias ofrendas, como la Casa Azul de Frida Kahlo, que emuló el cuadro "La Mesa Herida" (1940) de la pintora mexicana en un altar diseñado por el francés Jean Paul Gaultier.
También hubo espacio para las demandantes, como la de un grupo de mujeres que colocaron frente a la Fiscalía de Chimalhuacán una ofrenda para la joven Diana Velázquez, víctima de feminicidio en 2017, o la de los supervivientes de la represión contra el movimiento estudiantil de 1968 , que depositaron fotos y flores en la plaza de Tlatelolco, lugar de la masacre.
ALARMAS DE REBROTES ENCENDIDAS
El Día de Muertos llegó además en un momento de especial alerta por el peligro de rebrotes en México, que observa con preocupación los nuevos confinamientos decretados en Europa.
Cuando López Obrador anunció el luto nacional, el país estaba cerca de llegar a los 90.000 muertos de covid-19 confirmadas y ahora ya son casi 92.000.
Además, México tuvo entre enero y septiembre 193.000 muertes más de las que las autoridades previeron el año pasado, por lo que el impacto de la pandemia sería mucho mayor al que reflejan las cifras oficiales.
Aunque López Obrador dijo la semana pasada que ya se ve "luz al final del túnel", el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell advirtió que la curva de contagios "ya no está disminuyendo a la velocidad que lo estaba haciendo".
Con todo, el norteño estado de Chihuahua decretó el semáforo epidemiológico rojo que equivale a un riesgo máximo de contagios, una fase que ya había superado, y el Gobierno de Ciudad de México, cuya alcaldesa Claudia Sheinbaum tiene covid-19, ha advertido que aplicará nuevas restricciones si siguen aumentando las hospitalizaciones.