ALEMANIA, 24 ENERO 2022.-- Ya fuera en manos del emperador chino, el profeta Moisés o los padres fundadores de Estados Unidos, durante miles de años la planta de cáñamo formó parte de la vida cotidiana de la gente y no solo como droga.
¿Qué tienen en común la Biblia de Gutenberg y la Declaración de Independencia de Estados Unidos? ¿O un tapiz de la era vikinga que representa un barco de Cristóbal Colón? ¿Y qué conecta al pueblo nómada de los escitas descrito por el historiador griego Heródoto con un encargo divino al profeta Moisés?
La respuesta a todas estas preguntas es: el cáñamo. Durante miles de años, la planta de cáñamo ha sido parte de la vida cotidiana en muchas culturas alrededor del mundo. Para hacer papel o textiles, o para usarlo con fines medicinales. No siempre como droga. Ahora que se debate la legalización de su uso lúdico en Alemania, es un buen momento para aclarar algunos mitos que rodean a esta "hierba" y contar un poco de su historia.
Los orígenes del cáñamo
Aunque la localización exacta es imposible, los investigadores coinciden en que el cáñamo provino originalmente del continente asiático. Excavaciones arqueológicas en Japón muestran que las semillas de la planta de cáñamo han sido recolectadas allí desde al menos hace 10.000 años. También se han encontrado restos prehistóricos en la India, Tailandia y Malasia. Hallazgos en la actual China prueban que alrededor del año 4.000 a.C., como mínimo, se hacían allí textiles con fibras de cáñamo.
También de China proviene uno de los primeros testimonios escritos del uso medicinal del cáñamo. Su conocimiento se atribuye al mítico emperador Shennong. El Ben Cao Jing, un libro que se le atribuye, fue escrito a partir de tradiciones orales en el primer milenio antes de Cristo y recopila información sobreagricultura y plantas medicinales. El efecto del cáñamo se describía explícitamente en este libro: no solo permite la comunicación con los espíritus, se leía en él, sino que también relaja el cuerpo. Al mismo tiempo, se advertía que si tomaba una dosis demasiado alta, se corría el riesgo de ver al diablo; hoy en día, se hablaría más bien de alucinaciones.
¿Dios habló de cannabis?
Es probable que el comercio de los pueblos nómadas extendiera cada vez más la planta de cáñamo hacia el oeste. De ello hay evidencia en el trabajo del historiador griego Heródoto. En el siglo V a.C. describió a los jinetes de los escitas. Vivían en el extremo euroasiático del mundo, donde también crecía el cáñamo. En los entierros, aseguró Heródoto, los escitas se reunían en una tienda, arrojaban semillas de cáñamo sobre piedras al rojo vivo y luego se limpiaban en el baño de vapor. "Los escitas se regocijan en tal sauna y aúllan de alegría", escribió Heródoto. Y, por cierto, la palabra latina 'cannabis' se toma prestada del idioma escita.
En general, el lenguaje es una guía importante para la historia del cannabis. En chino antiguo, por ejemplo, los diversos caracteres para la planta de cáñamo macho y hembra, para sus cogollos y semillas, muestran la intensa relación con la planta y también su importancia en la vida cotidiana.
El cannabis también tiene una larga historia en el judaísmo y en el cristianismo. En el Antiguo Testamento, Dios le dijo al profeta Moisés que preparara un aceite de unción. Además de la canela, la mirra o el aceite de oliva, también debía utilizar "kaneh bosm".
Según la teoría de la antropóloga Sula Benet, fallecida en 1982, esta palabra hebrea fue posteriormente traducida incorrectamente al griego. En lugar de 'cálamo' aromático, o caña de especias, como se le llama en la traducción estándar alemana de la Biblia, en realidad se refería al cannabis. En 2020, los investigadores encontraron al menos un indicio de esta teoría: en el altar del templo judío en Tel Arad, en Israel, detectaron cannabis con el ingrediente activo THC (tetrahidrocannabinol), que calentado es el que produce el efecto embriagador.
Base para el dominio europeo
Durante mucho tiempo, ese efecto embriagador de algunas variedades de cáñamo apenas jugó un papel en Europa. En su obra "Historia natural", la abadesa Hildegard von Bingen (1098-1179) describe las semillas de cáñamo principalmente como provechosas. En ese momento, el cáñamo tenía demanda principalmente para la producción de textiles, navegación o papel. En 1909, cuando se estaba renovando una iglesia sueca, se redescubrieron cinco tapices de la era vikinga, de unos 3.000 años de antigüedad y hechos en parte de cáñamo. También se encontraron ropas finas hechas de fibras de cáñamo como ajuar funerario en suntuosas tumbas vikingas.
Los trapos de ropa vieja de cáñamo también fueron cruciales para la imprenta. Con su revolucionario proceso de impresión, Johann Gutenberg dejó obsoletas las copias a mano de libros. La mayoría de sus famosas Biblias se imprimieron en papel hecho con trapos y fibras de cáñamo. Afortunadamente para la posteridad, porque el papel de cáñamo es más duradero que el de pulpa vegetal que se usa en la actualidad y aquellas preciadas biblias son mucho más resistentes al paso del tiempo. Para los dos primeros borradores de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, también se utilizó papel de cáñamo. Sin embargo, para la copia final, los padres fundadores decidieron usar pergamino de piel animal.
Y quién sabe, sin el cáñamo, quizá no habría habido declaración de independencia, porque Cristóbal Colón podría no haber llegado a América en absoluto: en todos los barcos de esa época, las velas, redes y cuerdas estaban hechas de cáñamo, porque no se pudre ni se estropea, ni siquiera cuando está mojado. Incluso hoy día, las fibras de cáñamo son el medio preferido para sellar tuberías de agua. Como el transporte marítimo ha sido durante mucho tiempo esencial para el comercio, la guerra y la exploración de los océanos, la industria del cáñamo proporcionó una base importante para el dominio económico, militar y político de Europa.
¿Comienza la era del cannabis?
El cáñamo fue reemplazado por otros materiales. Si bien el cultivo de plantas de cáñamo es poco exigente, su procesamiento es más complejo. Con la expansión del transporte marítimo, las materias primas que eran más fáciles de procesar, como el algodón, podían importarse en masa y a menor precio, y la industria del cáñamo perdió terreno.
Solo durante las guerras mundiales tuvo un nuevo auge en Alemania, ante la falta de importaciones.
A mediados del siglo XX, ya ni las cuerdas ni las velas se fabricaban con cáñamo, sino con fibras sintéticas a base de petróleo, irónicamente, con el apoyo activo de Harry Anslinger, quien, como jefe de la principal agencia para el control de drogas de Estados Unidos, promovió la demonización del cáñamo durante más de 30 años. La industria petrolera cantó victoria, pero la guerra contra el cáñamo no había acabado.
No solo cada vez más países de todo el mundo legalizan el uso del cannabis, sino que las empresas también apuestan por el cáñamo fuera del negocio de la marihuana medicinal y sus usos lúdicos. Al fin y al cabo, la planta fue reemplazada por combustibles fósiles contaminantes. Puede que volver a redescubrir y desarrollar antiguas tecnologías no basadas en el petróleo no sea la panacea que resuelva por si sola el problema, pero el cáñamo podría al menos ser un componente más en la construcción de una economía más sostenible. La historia lo demuestra: al fin y al cabo, ya ha funcionado antes.