ALEMANIA, 13 de febrero 2022.- Para regocijo de los paseantes, las artistas urbanas comparten su obra en la vía pública, y dejan su impronta de color y grandes dimensiones
Ellas son artistas latinoamericanas, lo suyo son los colores, las pinturas y, por sobre todo, las grandes dimensiones. Eligen expresarse a gran escala, y lo hacen en la vía pública, para todo aquel que pase por allí: son talentosas mujeres muralistas, y las calles de Alemania festejan su obra.
"Llegué a Berlín con dos maletas. Una llena de sueños y la otra llena de ropa. En el aeropuerto se perdió la maleta llena de ropa, y la otra la tengo todavía intacta, y cada vez con más sueños por cumplir”, relata poéticamente la artista colombiana Carolina Amaya a DW sobre su llegada al país en el año 2016.
Hoy sus murales pueden verse en varios puntos de la capital alemana, en Hamburgo, y en el sur del país, en Baviera. Se ha convertido en una artista solicitada y en continuo crecimiento, pero que no deja de honrar sus orígenes.
Murales que traen una historia detrás
"Me siento muy orgullosa de ser colombiana, y siempre dedico mis logros a mi patria”, dice a DW. "Los colores que uso vienen de los primarios de mi bandera, que llevo en el corazón”, cuenta.
"Mi patria es una sociedad traumatizada por la guerra y por el narcotráfico. Tenemos unas heridas enormes, y mi trabajo como artista, pero sobre todo, como artista colombiana, es expresar esa energía que tenemos los colombianos, esa resiliencia”, comparte.
"Detrás de cada obra, de cada centímetro pintado, hay toda una vida que quiero transmitir”, resume la artista nacida en Bogotá.
La argentina Caro Pepe comenzó a pintar "casi por casualidad” en su primera visita a Berlín, en el año 2012. "En ese viaje conocí a un grupo de artistas increíbles, que me invitaron a pintar con ellos, una y otra vez”, recuerda en entrevista con DW.
"Fueron días gloriosos, las oportunidades parecían no acabarse”, rememora. "Seducida por esa vida, decidí instalarme en Berlín”, cuenta la artista nacida en la provincia de Corrientes. "En principio, era solo por un tiempo, nunca pensé en quedarme. Sin embargo, diez años más tarde, aquí sigo”, revela.
Su carrera no ha parado: ha pintado en Berlín, en Hamburgo y en Múnich, entre otras ciudades alemanas, y es invitada a participar en los más reconocidos festivales del rubro.
Arte al alcance de todos
"Retrato emociones, momentos suspendidos en el tiempo, pequeñas poesías visuales”, dice sobre su tarea.
"Me gusta que mi obra sea intimista, aunque esté plantada en el medio de la ciudad a la vista de todos”, agrega.
Pau Quintanajornet llegó a Alemania desde su Chile natal siendo apenas una niña, junto a sus padres exiliados políticos del régimen de Pinochet. Se crió en la antigua Alemania del este y hoy vive en Baviera, en la localidad de Veitshöchheim, a orillas del río Meno.
"Desde muy chiquita me fascinaba la magia que surgía creando mundos encantados con lápices y otros materiales”, cuenta a este medio. "Pintar a gran escala, como murales, es revivir esa magia que sentí en mi infancia y es una forma de comunicarme con el mundo”, comparte.
"Hay pocas cosas que me hacen sentir tan libre como pintar murales”, se sincera. "Cada muro es un desafío y una oportunidad de crecimiento”, sostiene entusiasmada.
"Pájaros, flores, estrellas, el arcoíris y la mujer”, son protagonistas de su obra, a la que le gusta definir como un "homenaje a la Pachamama y una nota de amor a la vida”.
Su obra engalana las calles de numerosas ciudades alemanas: Colonia, Hamburgo, Heidelberg, Bayreuth, Würzburg, Berlín, Kassel y Düsseldorf.
Un ida y vuelta con la comunidad
"El desafío es lograr el equilibrio entre que sea un regalo para la comunidad y que al terminar me haya ayudado a crecer como artista y como ser humano”, indica.
¿Qué le gustaría que pase con las personas que ven sus muros? – "Que vuelvan a creer en la magia y en la ternura”, se esperanza. "Y que el muro sea un puente para el diálogo”.
En el mismo sentido, la artista bogotana apunta: "Hoy más que nunca necesitamos contar la verdad de nuestras sociedades, pero también confeccionar un mensaje energético, lleno de fuerza positiva e ideas”.
"El arte debe ser un motor para cambiar la forma de pensar y encarar otras perspectivas poderosas que nos inviten a la reflexión”, recalca.
"Un mural enriquece el alma, el conocimiento, despierta los sentidos, las emociones y muestra otras realidades”, sostiene.
Y así, con colores, con formas, con símbolos y con coraje, las muralistas latinoamericanas comparten su arte en las calles de Alemania, para regocijo de quienes caminan por allí, levantan la vista y experimentan que las ciudades no tienen por qué ser grises.