México, 22 de febrero de 2022.- Muchos sobrevivientes del genocidio contra el pueblo gitano callaron largo tiempo tras el fin del nacionalsocialismo. Tras décadas de silencio, sus
historias han transformado el relato del Holocausto.
La "resistencia" es parte inherente de la historia del pueblo gitano la respuesta a un entorno de persecución inhumana y violenta. El evento más traumático del siglo XX en Europa, el Holocausto, marca hasta hoy las actividades y discursos del activismo gitano.
Resistencia, en solidaridad
La persecución y el asesinato sistemáticos, organizados por el Estado, costaron muchas vidas. Y destruyeron también la libertad de grupos e individuos. Esta perspectiva de las víctimas se refleja literalmente en el término "porrajimos", que significa "desmembramiento", y es con el que se denomina al Holocausto en la lengua romaní.
Expresa, al mismo tiempo, la segregación que acompañó al terror nacionalsocialista: cada quien solo, separado de su familia, de sus amigos, de la mayoría de la sociedad. En el movimiento gitano, la resistencia tiene, por lo tanto, un significado que va más allá del deseo de vivir, de la voluntad egoísta de supervivencia: no renunciar a la solidaridad con otras personas, a la unión. Sentir empatía en un sistema inhumano, compartir la comida, tratar de salvarse unos a otros de la muerte: todos estos son rostros de resistencia.
Raymond Gurême (1925-2020) es el héroe de una de esas historias de resistencia. Este francés sinti (o manouche, como también se identifican en francés), sobreviviente del Holocausto, escapó un total de nueve veces de varios campos de internamiento. Se unió a la resistencia francesa y luchó por la liberación en París.
Un incidente que se cuenta con menos detalles históricos es el del levantamiento romaní en el campo de concentración de Auschwitz, el 16 de mayo de 1944. Ese día, un punto de referencia simbólica para el movimiento gitano, se conoce hoy como "Día de la Resistencia Romaní", y diversas organizaciones lo aprovechan para llamar la atención sobre las historias de resistencia de sus comunidades.
Resistencia, por el reconocimiento
El testigo y sobreviviente Zoni Weisz fue el primer representante de la comunidad al que se le permitió hablar en el Bundestag alemán: en su discurso en el Día del Recuerdo del Holocausto, calificó de "Holocausto olvidado" el genocidio del pueblo gitano durante la Segunda Guerra Mundial.
Y su denominación fue precisa. Durante décadas, la persecución y el asesinato de romaníes y sinti fueron ignorados, excluidos del discurso sobre el Holocausto. No fue hasta 1982 que Alemania occidental reconoció el genocidio al que el régimen nazi sometió a los romaníes. Y tuvieron que pasar otros 30 años hasta la inauguración del monumento que conmemora, en Berlín, a los sinti y romaníes asesinados. En 2015, el Parlamento de la UE declaró el 2 de agosto como el Día Europeo de Conmemoración del Holocausto Romaní.
Resistencia, para contar lo inexpresable
Hasta entonces, muchas personas desconocían el genocidio gitano, al tiempo que seguían creyendo en los estereotipos que históricamente han asociado a estos pueblos con la criminalidad. Esto condujo al cultivo y consolidación de normas racistas, que se practicaron y siguen practicándose mucho después de la guerra.
Por eso, era y sigue siendo muy relevante crear conciencia de que la discriminación contra los romaníes y sinti tiene raíces sistémicas e históricas, y recordar que los gitanos, como todos los seres humanos, deben ser tratados con dignidad y respeto.
Inmediatamente después de la guerra, muchos romaníes y sinti, así como muchos testigos judíos contemporáneos, decidieron permanecer en silencio: ¿con qué palabras impedir que la historia se repitiera? Pero, finalmente, los sobrevivientes encontraron en los medios, en el arte, instrumentos centrales de comunicación, formas de expresar lo que les había sucedido.
Resistencia, en estado de persecución
Un cineasta de la comunidad asumió el desafío de abordar el genocidio gitano y las décadas de silencio que le siguieron. El director francés Tony Gatlif trata de hacer tangible lo inimaginable con su película "Liberté"/"Korkoro" (Libertad/Soledad), basada en una historia real que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial en Francia. Una historia recogida por el historiador Jacques Sigot (en Ces barbelés oubliés par l 'histoire: Un camp pour les Tsiganes et les autres). Más tarde, Gatlif publicó una versión ampliada de esa historia en un libro que coescribió con Erik Kannay.
En su película, Gatlif renuncia a rendir culto a las víctimas o a plantear preguntas morales. Documenta en detalle los los horribles eventos. Representa la experiencia de un alma humana en un estado de persecución. El personaje principal, el romaní Toloche, habla principalmente con su cuerpo, acompañado por la música atmosférica de Gatlif. El espectador es testigo de situaciones complejas en las que también sale a relucir el lado malvado de la naturaleza humana. Pese a los diálogos multilingües, no se necesita dominar más de una lengua para entender lo que cuenta la película.
Resistencia, para la memoria
Gatlif se adhirió estrictamente a los detalles históricos. Sin embargo, el resultado no es una simple reconstrucción de la historia, sino una memoria plasmada en la cinta. Un homenaje cinematográfico a "Les Justes" (los justos), a quienes se convirtieron en víctimas y héroes en el Porrajimos, arriesgando su vida para ayudar.
Sin romanticismo ni demonización, la película aleja a la audiencia de los estereotipos. Los personajes complejos, su cultura y creencias no son exóticos, extraños o místicos. Y esto proporciona una visión auténtica de diversas formas de vida que se han desarrollado a lo largo de siglos huyendo.
La película también muestra que la hostilidad hacia los romaníes no comenzó ni terminó con los nazis. Korkoro deja en claro que las décadas de silencio fueron expresión y resultado precisamente de esa dolorosa constatación.
Ceija Stojka, el color de la resistencia
Ejemplo de ello es la testigo y artista Ceija Stojka (1933-2013), quien apenas rompió su silencio cuando superaba con creces los 50 años. En la década de 1980, comenzó a escribir sus memorias en detalle. Habló muy claro sobre su infancia en varios campos de concentración, antes de comenzar a pintar cuadros de ellos unos años más tarde.
La exposición "La memoria invicta", que se inauguró en Sevilla, España, en enero de 2022, muestra la obra gráfica de esta artista y aborda el largo silencio de los sobrevivientes como una forma de resistencia interior. Cuando Ceija Stojka hizo pública su historia, se convirtió en una poderosa voz recordadora, un ícono del movimiento gitano y su lucha por el reconocimiento. Sus obras nos enseñan mucho sobre el poder de las palabras.
El Holocausto no un chiste
El comediante británico Jimmy Carr también debería aprender algo sobre este poder. En su show "His Dark Material" hace una broma sobre el Holocausto con una referencia al genocidio gitano. Primero, dice que nadie habla nunca de los asesinatos de romaníes, y luego agrega que nadie lo hace porque nadie quiere hablar de las "cosas positivas". Luego, asegura, además, que su broma tiene cualidades "educativas".
Los descendientes de los afectados no pueden, por supuesto, estar menos de acuerdo: está claro que no hay lugar ni tono posible para bromas sobre este horrible momento de la historia, para burlarse de los asesinados y sus descendientes. Que Carr lo haga de todos modos, demuestra que todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de que el racismo contra los romaníes y sinti deje de ser parte de la vida cotidiana.