México, 30 de agosto 2022: “Los intercambios entre América y el continente africano son de muy larga data, básicamente
de 500 años de duración, e incluyen música, gastronomía y hasta elementos lingüísticos”, afirmó Marco Antonio Reyes Lugardo, investigador del Programa Universitario de Estudios de Asia y África (PUEAA) de la UNAM.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) define a los afromexicanos o afrodescendientes por sus orígenes de personas que venían del continente africano y llegaron a México durante el periodo colonial. Se les reconocen como tales debido a su cultura, sus costumbres y tradiciones.
Un momento definitorio para el reconocimiento de personas afrodescendientes en México, según el experto, tiene que ver con los primeros años del siglo XXI, con la Conferencia de Durban, Sudáfrica, en contra de la discriminación y el racismo.
Sin embargo, antes de ello en México hubo un sinnúmero de iniciativas relacionadas con la identidad afrodescendiente provenientes de los pueblos y comunidades indígenas, sobre todo de Guerrero y Oaxaca. “Esto es un parteaguas de toda una serie de movimientos o activismo que van surgiendo hasta el día de hoy”, declaró.
En 2019 el Congreso de la Unión aprobó una adición al artículo segundo constitucional para reconocer la existencia de los afromexicanos como parte de la pluriculturalidad de la nación. Y el censo del Inegi en 2020 arrojó que dos de cada 100 personas se consideran afrodescendientes, lo que representa el 2.04 por ciento de la población total del país, más de dos millones 500 mil mujeres y hombres.
Asimismo, el censo menciona que poco más del 50 por ciento de la población afromexicana se concentra en seis entidades: 303 mil 923 viven en Guerrero; 296 mil 264 en el Estado de México; 215 mil 435 en Veracruz; 194 mil 474 en Oaxaca; 186 mil 914 en Ciudad de México, y 139 mil 676 en Jalisco.
“Durante mucho tiempo el mestizaje fue el orgullo de México, ‘lo mejor de dos mundos’, decía José Vasconcelos; pero la lucha ha estado presente a lo largo de mucho tiempo en función de sociedades y estructuras sociales políticas que racializan a la población. La liberación de los activismos de personas afrodescendientes en el ámbito latinoamericano es no sólo por un reconocimiento, sino también por un horizonte de lucha mayor para erradicar el racismo”, aseveró el especialista en Estudios de Asia y África.
La nación mexicana es pluriétnica, añadió, pero el racismo forma parte estructural del sistema económico en el que se vive. La “pigmentocracia” se da cuando alguien con un determinado tono de piel ocupa una parte de la pirámide social latinoamericana, como la mexicana, formando una sociedad de división social del trabajo, menos pagada y con limitaciones en educación y vivienda. Por ello, el activismo hoy en día pone el dedo sobre el renglón para desarticular el racismo.
Al hablar de efemérides como el 24 de enero, Día Mundial de la Cultura Africana y Afrodescendiente, Reyes Lugardo consideró que se corre el riesgo de quedarse como un mero capítulo más de algo que “ya se logró”; no obstante, aún falta por hacer en una sociedad racializada como todavía lo es la mexicana.