Irán, 8 de mayo 2023—"Este verano será la pesadilla de los mulás. Verán nuestra mejor cara", pronostica
la joven Laria (nombre cambiado), en entrevista con DW. La estudiante de Teherán, de 19 años, se ríe y agrega: "El clima se está volviendo más cálido y queremos embellecer la ciudad con nuestra ropa colorida y hermosa". Desde hace algún tiempo, Laria ha dejado de cubrir su cabello en público con el velo islámico, igual que muchas otras mujeres, como ella misma subraya. La joven ha observado que el número de mujeres sin hiyab ha aumentado significativamente en los últimos meses.
Tras la brutal represión en todo el país de las protestas provocadas por la trágica muerte de Jina Mahsa Amini bajo custodia policial en 2022, las mujeres en Irán parecen haber recuperado el coraje y la resiliencia. Muchas se muestran en público no solo sin un pañuelo en la cabeza, sino también sin la obligatoria túnica o abrigo, apenas con una blusa y jeans o un vestido. Algo difícil imaginar hace un año, incluso para quienes llevan ya tiempo luchando contra el hiyab obligatorio, como la fotógrafa Ghazall Abdollahi, de 28 años.
-Símbolo de moralidad religiosa y herramienta política contra las mujeres-
Ghazall salió de Irán hace siete meses, cuando las protestas estaban en pleno apogeo. Había participado en una manifestación en la que arrestaron a amigos suyos. Ghazall pudo escapar de los oficiales e inicialmente se escondió donde conocidos. Como ya tenía una visa para Alemania, decidió irse del país. Pero todavía está en estrecho contacto con sus amigas en Irán. Le cuentan sus experiencias todos los días, dice Ghazall a DW.
"Por ejemplo, me cuentan lo extraño que se siente salir de casa sin un pañuelo en la cabeza y una túnica. A menudo describen sentirse como si estuvieran desnudas. Pero, al mismo tiempo, lo sienten ahora como algo natural y correcto. Me parece muy interesante que todas me cuenten que, incluso en los pueblos más pequeños y conservadores, casi nadie se queda mirándolas ya porque no usen pañuelos en la cabeza".
Mujeres jóvenes sin cubrirse el cabello con el tradicional hiyab comparten mesa cerca de un santuario chiíta en Teherán.
El sistema político en Irán, sin embargo, sigue insistiendo en el código de vestimenta para mujeres, que se introdujo a raíz de la Revolución Islámica de 1979: las mujeres deben cubrirse el cabello y usar ropa larga y holgada para ocultar su figura, como exige la ley islámica Sharia. Este código no es solo un símbolo de moralidad religiosa, sino también una herramienta política para oprimir a las mujeres y evitar su emancipación. Cualquiera que viole estas regulaciones debe contar con una multa o prisión.
-¿Represión con ayuda de nuevas tecnologías?-
En los últimos meses se han instalado nuevas cámaras de vigilancia en plazas públicas y calles. Están destinadas a identificar a las mujeres que aparecen en público sin hiyab. Se sospecha que las autoridades podrían recurrir a los datos de las tarjetas de identificación biométricas introducidas gradualmente desde 2015. Los chips de estas tarjetas pueden almacenar datos del iris de los ojos, huellas dactilares e imágenes faciales. Según la Policía, las mujeres que no cumplan con la normativa deberían recibir un "aviso" vía SMS sobre posibles sanciones.
Hay discusiones interesantes sobre este proceso de alta tecnología en las redes sociales. "¿Las autoridades quieren comparar nuestras fotos gratis en la calle sin velo con nuestros rostros serios e infelices con pañuelo en la cédula de identidad e identificarnos así? ¡Buena suerte!", escriben y se animan las activistas.
Las tiendas, restaurantes y locaciones de eventos que atienden a mujeres sin hiyab también podrían verse amenazados con el cierre. Se llevarán a cabo controles más estrictos en hospitales y aeropuertos: quien viole las normas no debe ser tratada en un centro hospitalario o recibir su tarjeta de embarque en una terminal aérea.
-Sin vuelta atrás-
Muchos expertos dudan de que tales intentos de intimidación puedan hacer retroceder el tiempo. "Se ha producido un cambio profundo en la sociedad", dice a DW la investigadora religiosa Haila Manteghi Amin.
La investigadora de la Universidad de Münster añade: "Este cambio no se limita a los estratos intelectuales o cultos de la sociedad, ni a las grandes ciudades. Tampoco fue ordenado desde arriba. Lo que estamos presenciando es un fuerte cambio cultural, una nueva forma de pensamiento que puede allanar el camino para grandes cambios. No creo que los que están en el poder puedan detener este cambio. Se trata de una generación rebelde, informada y de mente abierta gracias a Internet. Continúan la lucha de la generación de sus padres, y reciben su apoyo".