México, 13 de agosto 2023—Se le considera una disciplina deportiva, sólo que en vez de ejercitar piernas y brazos, con esta actividad se fortalecen la memoria y la capacidad de análisis, señala Manuel López, profesor de la Facultad de Ciencias de la UNAM
El ajedrez es una obsesión para Manuel López Michelone, doctor en ciencias computacionales. Para el también profesor de Física de la Facultad de Ciencias de la UNAM, la vida no sería igual sin él.
“Pensar las decisiones y desconfiar del primer impulso (pues no hay marcha atrás después de dar un paso) son las dos grandes enseñanzas que me ha dejado el juego”, aseguró López Michelone, ajedrecista por más de 50 años. Para el docente —mejor conocido por *La Morsa*— combinar el dar clases con el ajedrez ha sido como estar de vacaciones, pues ambas actividades le gustan mucho.
Sus intereses son la física y el cómputo, área en la que ha creado programas para entrenarse como ajedrecista y demostrar que ésta es una habilidad que vale la pena desarrollar. “Alguna vez dije que si me fastidiaba estar ante un tablero guardaba todo ¡y se acabó!, pero no parece, ni a corto ni a largo plazo, que eso vaya a ocurrir”, aseguró.
Manuel es maestro miembro de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE por sus siglas en francés), organismo fundado en París, Francia, el 20 de julio de 1924. Después de la FIFA y la Internacional de Atletismo, la FIDE es el organismo que agrupa a más federaciones nacionales (211, 213 y 195, respectivamente).
::: Juego de la antigüedad :::
El origen del ajedrez se remonta al siglo XV en Europa, según el poeta Fedrousí, autor de *El Libro de los reyes*, donde se hace la primera mención conocida del juego. Éste se había originado en el siglo VI a raíz de una disputa por el trono de Hind (India) entre los hermanos Gav y Talhand: el segundo había muerto en batalla y su madre, disgustada, recriminó a Gav el haber matado a su hermano.
El hijo lo negó todo y, para probar su inocencia, recreó la batalla con piezas de marfil que representaban las cuatro unidades de combate del ejército: la infantería, la caballería, los elefantes y los carros.
Cierta o no la leyenda, se sabe que el ajedrez tiene su origen en el juego que describe: el *chaturanga*, cuyo nombre significa “cuatro divisiones” en referencia a las piezas que simbolizan las unidades del ejército indio. Éstas son las más antiguas del juego y corresponden a los actuales peones (para la infantería), caballos (caballería), alfiles (elefantes) y torres (carros) de la versión moderna del juego.
El ajedrez es el integrante más internacional de una vasta familia de juegos similares entre los que se incluyen el *shogi* japonés, el *xiangqi* chino o el *makruk* tailandés. Para que un juego sea considerado parte de este grupo debe cumplir dos requisitos: que no haya azar involucrado (como dados) y que la victoria dependa de la captura de una única pieza, el rey.
::: El ajedrez moderno :::
El ajedrez ha resistido los tiempos, se sigue aprendiendo de él y ha ganado popularidad. Se estima que hay 605 millones de jugadores regulares a nivel global, de acuerdo con cifras de la ONU.
A partir del año 1999, el Comité Olímpico Internacional lo reconoció como una disciplina deportiva, pero a diferencia de las especialidades que ejercitan piernas y brazos, “aquí se entrenan la memoria y el análisis. Los jugadores de ajedrez están demostrando que tienen más desarrollada la parte del lenguaje”, explicó Manuel López.
Asimismo, detalló que, aunque no parece haber ejercicio físico, el ajedrez origina gran desgaste físico y mental. “Quienes lo practican hacen ejercicio y trabajan en su musculatura y su condición física porque hay que aguantar partidas de hasta cuatro o cinco horas”, dijo.
En clase o en algún torneo, a través de la teoría física o computacional y de los movimientos en el tablero, *La Morsa* contagia su gusto y busca que más personas descubran lo apasionante del juego.
“Es muy formativo, ayuda a desconfiar y a elaborar. Eso nos hace más inteligentes. Cualquier cosa que nos dicen la pensamos, la discutimos, la ponemos en tela juicio y nos oponemos a ella si no nos gusta”.
En ese sentido, consideró benéfico que el juego esté disponible desde edades tempranas en casa y en los centros escolares, ya que en algún tiempo fue considerado sólo para las clases altas e intelectuales.
En ese contexto, Manuel López explicó que no es que el ajedrez ayude a aumentar coeficiente intelectual o a hacernos más inteligente, “nos enseña disciplina y a pensar. El ajedrez es enemigo de la mediocridad”. En el marco del Día Mundial del Ajedrez que se conmemora el 20 de julio por la fundación de la FIDE, *La Morsa* festeja que la UNAM sea semillero de competidores internacionales y no duda que los estudiantes lleguen alto en su práctica. “Hay que trabajar para jugar bien y si uno tiene ambiciones deportivas es preciso dormir menos, esforzarse más y sacrificar muchas cosas”, finalizó.