México, 28 de noviembre 2024 ::: No debemos pedirle demasiado a la literatura, no se le puede exigir la solución de nuestros problemas, eso sería una fantasía, porque las respuestas no están ahí, señaló Abdulrazak Gurnah.
El Premio Nobel de Literatura 2021 conversó con Anel Pérez, directora del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE), el poeta César Cañedo y el profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, Mario Murgia.
En las obras literarias, agregó, no encontraremos las respuestas de cómo mejorar a la sociedad o entender a la gente. Hay que darle vuelta a la pregunta: ¿cómo puede la literatura enriquecer nuestras vidas? Indicó que los escritores dicen qué hacer para progresar. La literatura genera pensamientos, reflexiones.
Después de la lectura siempre entendemos algo nuevo, reflexionó el autor de Paraíso. “Nos llega un mensaje. Puede ser algo que está perfectamente expresado, aunque sea algo que ya sabíamos, pero no podíamos manifestarlo así”.
::: El camino de la escritura
Cuando Abdulrazak Gurnah leyó Ana Karenina, de León Tolstói, se puso a llorar, “porque me mostró el poder de la literatura. Yo no sabía en realidad nada de Rusia, pero realmente me movió esa obra”.
Tenía 13 años y estaba de visita en la casa de su tío que vivía en Mombasa, Kenia. “No sabía que era un libro famoso, pero empecé a leer y entendí lo que pude”.
Gurnah decidió tomar el camino de la escritura cuando tenía veintitantos años. “Mucha gente escribe, pero también estaba pensando, en ese momento, hacerlo para que otros lean, narrar cosas que otros iban a ver. Leí mucho en ese periodo de mi vida. Y pensé que me gustaría también trabajar en la docencia; estas dos posibilidades no eran algo completamente nuevo para mí, pero en ese momento se hizo más concreto lo de escribir ficción y ser profesor”.
No se trataba de hallar un equilibrio, “era más bien encontrar el tiempo para cada actividad. Cuando fui profesor se complicaron las cosas, porque ya tenía responsabilidades académicas: dar clases, asistir a reuniones. Entonces ahí me sentí un poco más incómodo”.
El poeta César Cañedo le preguntó: ¿cómo decidió empezar a publicar?, ¿cómo escogió su visión? Abdulrazak Gurnah respondió que escribe con la destreza que tiene. “No sé si se adquiere, se pule. Pero quiero pensar en una analogía de un pintor, un artista, y en cómo decide el tamaño del cuadro que pintará, por ejemplo. Hace dibujos antes, pero ya está circunscrito, y uno sabe cuándo se acerca al fin, a completar el trabajo. Pero es complicado, no es algo racional, algo que puedas trabajar en un pizarrón. Voy escribiendo, sé que éste es el camino y empiezo a ver el fin de eso, y ya que me voy acercando, tengo esa convicción más fuerte, y digo: ‘aquí me detengo’”.
Gurnah estudió también dramaturgia, intentó con obras de teatro, pero le frustró mucho que otros interpretaran sus palabras. El teatro requiere de colaboración, “y en realidad eso no era para mí. En la ficción yo estaba a cargo de lo que decía, y tal vez no iba a tener éxito, pero era lo que yo veía, entendía y escribía”.
Para Anel Pérez es fundamental tener a un escritor como Abdulrazak Gurnah que “cuestione los conceptos de extranjería, migrante, refugiado; de cuál es el papel que desempeñarán las lenguas en los procesos de colonización y de descolonización”.
Mario Murgia afirmó, en entrevista, que Gurnah “es un novelista excepcionalmente evocador y sensible: su prosa manifiesta una percepción del entorno– sea este propio o ajeno– en verdad puntual, incluso en sus cuentos más breves. Esto redunda en relatos que, sin caer en los lugares comunes de muchos textos que construyen ficciones a partir de temas tan delicados como el colonialismo europeo, resultan cautivadores tanto por sus virtudes literarias como por la puntualidad de sus observaciones. El público lector de la UNAM sin duda puede aprender mucho de los enfoques interpretativos de Gurnah en el ámbito de las letras”.