El reciente hallazgo de un espectacular friso de la civilización maya, ha sido considerado de enorme trascendencia por la comunidad científica y académica, la cual asegura que con este descubrimiento se "reescribe la historia de la civilización más emblemática de Mesoamérica".
La pieza en relieve estucado, que mide ocho metros de largo y dos metros de alto, fue encontrada el mes de julio en Holmul, yacimiento arqueológico maya precolombino, localizado en el noreste de la región de Petén, en Guatemala.
El friso se encuentra en una pirámide maya del año 600 y está decorada con imágenes de dioses y gobernantes, además cuenta con una larga inscripción dedicatoria, informó el Ministerio de Cultura de Guatemala.
El descubrimiento, que refleja el mundo celestial de dioses y ancestros, fue localizado por el arqueólogo guatemalteco Francisco Estrada-Belli y su equipo, durante los trabajos de búsqueda de indicios relativos a una tumba encontrada en la temporada anterior de investigaciones.
Estrada-Belli explicó que este hallazgo se trata de una gran obra de arte que proporcionará mucha información sobre la función y significado del edificio donde se encontró.
"Teníamos la esperanza de encontrar algunos indicios sobre el por qué de este edificio y de su entierro pero algo así va mas allá de cualquier expectativa", aseveró el científico.
Abundó que el friso representa la imagen de dioses y gobernantes divinizados y da sus nombres, mientras que el texto dedicatorio abre una ventana sobre una fase importante en la historia de la época Clásica.
De acuerdo con la descripción de los arqueólogos guatemaltecos, el entierro contenía los restos de un individuo acompañado por 28 vasijas cerámicas y una máscara de madera, lo cual llevó a pensar que pudo tratarse de un gobernante o miembro de la elite de esta ciudad.
Especulaciones que parecen confirmará el reciente descubrimiento, pues se espera que revele indicios relativos a su identidad y las circunstancias históricas en las cuales vivió.
El friso decorativo se encuentra en el edificio asociado a la tumba, el cual se extiende por ocho metros de largo y dos metros de alto en la parte superior del edificio rectangular, a unos diez metros arriba de la plaza.
La composición incluye tres personajes principales que visten ricos atavíos de plumas de quetzal y jade, sentados sobre cabezas de monstruos witz (cerro).
El personaje central se identifica como Och Chan Yopaat (el Dios de la Tormenta que entra al cielo), por los signos jeroglíficos en su tocado y el texto debajo de su imagen. Desde la boca del monstruo central se desprenden serpientes emplumadas de las cuales emergen los ancestros y cerros laterales.
Entre las figuras se encuentran dos dioses ancianos, otorgándole al personaje central un objeto identificado por un signo jeroglífico como "primer tamal".
Arriba de los personajes corre una banda de símbolos astrales conocida como "banda celestial", que indica que las figuras representadas se encuentran en el mundo celestial de dioses y ancestros.