Tiempos difíciles para la poesía infantil

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Todos sabemos que la poesía, y en especial la poesía para niños, vive tiempos difíciles. Se diría que todo está contra ella, son importar que sean muchos los maestros que echan de menos la poesía, cosa que a mí me consta, por mi trabajo como mediador de lectura en Chile.

Así se expresó hoy aquí el poeta cubano exiliado en Chile, Aramís Quintero (1948), al recibir esta tarde el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2013, por su libro “Cielo de agua”, en las instalaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP) ante su titular, Emilio Chuauffet, y una pléyade de escolapios

“No importa la evidencia de que los niños, desde las primeras edades, la disfrutan y se enamoran de su idioma gracias a ella. No Importa. Aun así, la poesía vive tiempos difíciles. Sobre todo, por malas razones de economía y mercado”, añadió el autor.

Quintero agregó que en tiempos difíciles, un premio como éste, consagrado específicamente a la poesía para niños, es heroico. “No quiero sonar ampuloso y lo digo a conciencia, este premio es una de las escasas banderas de lo que para muchos parece una causa perdida”, y tras esa expresión, vino un aplauso.

Frente al titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, añadió que si fuera realmente una causa perdida, “sería un fracaso de todos”. Porque la poesía, acotó, “no es el mero ornamento y divertimento que muchos creen, sino el más hondo camino del idioma”.

Para el galardonado, quien esta tarde se llevó 200 mil pesos y la promesa de que el Fondo de Cultura Económica (FCE) editará su obra, el otorgamiento del premio le ha valido las más cálidas felicitaciones en los últimos días; “muchos saben que he dedicado largos años a la literatura para niños”.

Por su parte, el responsable de la política educativa del país, Emilio Chuauffet, tomó la palabra para evocar a viejos escritores franceses y recordó que la poesía no es otra cosa que provocar la imaginación. Por eso, dijo, “la poesía tiene un parentesco más cercano, que ninguna otra de las artes, con el alma infantil”.

Recordó también que alguien advertía que el poeta, a fin de cuentas, “hace lo mismo que el niño: Juega. Ambos crean un mundo fantástico al que toman muy en serio, animan seres, hechos y circunstancias con un aliento de ilusión; los premios, son elogio y son promesa, y reconocen el trabajo realizado”, añadió.

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