En el mundo existen múltiples causas por las que las naciones han tenido que tomar medidas para crear conciencia en las pueblos sobre las consecuencias del manejo de sustancias o elementos nocivos, en el agua, el aire y la tierra. Como ejemplo, está lo ocurrido en el año 1984 en Bophal, India, donde existió un accidente
ocasionado por la liberación de un componente químico que era utilizado para elaborar un plaguicida, gas tóxico metil isocianato, el cual, dejo más de 16 mil personas fallecidas y muchas más con secuelas, por las mas de 30 toneladas que fueron esparcidas.
Lo antes mencionado, dio origen a que en el mundo se conmemorara cada 3 de diciembre el Día Mundial del NO uso de plaguicidas. Los miembros de 400 instituciones pertenecientes a la Pesticide Action Network en 60 naciones fueron las que impulsaron esta fecha.
Otro caso fue el del 25 de noviembre de 1867 en Chiquinquirá, Colombia, donde ocurrió una intoxicación masiva de niños por haber consumido pan contaminado; un acontecimiento más fue el del 22 de octubre de 1999 en Tauccamarca, Perú, en el que 24 menores también se intoxicaron, ambos casos con la misma sustancia, el paration. En el año 2003 en Paraguay, un pequeño murió a causa de plaguicidas. Se estima que en Brasil suceden 300 000 casos anuales. El programa de vigilancia epidemiológica de los Ministerios de Salud y la Organización Panamericana de la Salud en 7 países de Centroamérica señala que cada año 400.000 personas se intoxican por plaguicidas
Según estudios realizados en Estados Unidos, se determina que el uso anual de 500 millones de toneladas de plaguicidas solo el 1% de estos productos llegan a los organismos dañinos, a las plagas, y el 99% restante se queda detenido en los ecosistemas. En los seres humanos los efectos se observan en la salud, el cáncer y alteraciones en los sistemas neurológico, inmunológico y reproductivo son consecuencia de intoxicaciones crónicas.
Los plaguicidas son sustancias químicas usadas para controlar, prevenir y destruir las plagas que afectan las plantas y los cultivos y, los plaguicidas fabricados por el ser humanos son llamados plaguicidas sintéticos. Estos productos se introdujeron en el mundo de forma masiva en los años cuarenta en la “Revolución verde”, a partir de la Segunda Guerra Mundial para aumentar la producción en la agricultura. Se tienen cálculos de que un ser humano, en su vida, puede estar en contacto con 60 mil químicos sintéticos diferentes y que en su comida puede haber hasta 10 mil. Tóxicos, unos 600 generadores de cáncer.
Los agricultores tienen una gran responsabilidad en el uso de sustancias, existen normas, limites y plazos que deben cumplir en cuanto el uso de plaguicidas. pero, los mejores depredadores de plagas naturales son los insectos y las aves, los mismos, que se ven altamente afectados por los químicos que se usan en la agricultura.
Llamar a la reflexión sobre los efectos de los plaguicidas en los campos de cultivo, se debe, entre otras, a que el uso indiscriminado de agrotóxicos daña los ecosistemas, desequilibrando su funcionamiento natural y contaminando, así, los mismos alimentos. Los suelos, el agua, el aire, las plantas y los animales del lugar y domésticos resultan gravemente afectados.
Cabe señalar, que no cualquier persona puede utilizar plaguicidas, hay que conocer la plaga que se desea acabar y el tipo de cultivo al cual se le aplicara. Además, el tipo de suelo, flora y fauna endémicos, entre otros.
Punto ambiental: De los químicos a los que se expone el ser humano, los plaguicidas son los más dañinos.