Concluye temporada de Nacimientos en San Ildefonso

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Luego de que nacimientos o Belenes monumentales hayan lucido ante y para cientos de personas en los últimos días en dos salas del Antiguo Colegio de San Ildefonso, serán levantados este día, se informó.

Se trata de la colección de nacimientos que Celia Chávez de García Terrés ha reunido a lo largo de más de 40 años. Admirable esfuerzo que realiza cada año al enriquecerlos, montarlos y exponerlos públicamente.

De acuerdo con las autoridades culturales del recinto universitario, al reunir estas piezas, la coleccionista manifiesta su entusiasmo y admiración ante la capacidad creativa de los artesanos de diversos puntos del país.

Consecuentemente, su rica colección, de la que esta temporada se mostraron cuatro ejemplos provenientes de los estados de Michoacán, Oaxaca y Puebla, es un reconocimiento a las expresiones de la cultura popular mexicana.

La tradición de los nacimientos, introducida por los frailes en el Siglo XVI, se arraigó en los habitantes del México Colonial. Desde entonces, las representaciones plásticas del nacimiento del niño Jesús están vigentes.

Según la señora Celia Chávez de García Terrés esas representaciones fueron plasmadas en los retablos y en los frescos de las iglesias y comenzaron a proliferar en los hogares diversas figuras talladas, moldeadas y modeladas.

Popularmente conocidos como “nacimientos” o “Belenes”, estas versiones mexicanas revelan el talento de los artesanos que recrean esta escena primordial tan pintada y esculpida en el arte de todos los países cristianos.

“En México, la costumbre de hacer figuras para el nacimiento data de 1594, cuando las religiosas del monasterio de la Encarnación comenzaron a modelar figuras en cera”, explica la coleccionista de arte.

“En nuestros días, la variedad de representaciones del nacimiento de Jesús es enorme. Del Norte al Sur y del Este al Oeste del país, en barro, madera, fibras naturales u hojalata, los grupos étnicos celebran el natalicio del Niño Jesús”.

Tras comentar lo anterior, la especialista añade que cada artesano se apropia de este hecho y le imprime características propias de su región, por ejemplo, vistiendo a sus personajes de acuerdo a la usanza de cada grupo étnico.

O bien, al introducir instrumentos de trabajo, animales de la región, paisajes y elementos del mundo que los rodea y del que viven. “Todos expresan, de forma ingeniosa, su fervor y alegría por el significado de la Navidad”, acota.

Al evocar a un artesano poblano, refiere: “Don Eugenio no sólo reproduce personajes con trajes regionales que hace su hermana Inés, sino también las fiestas de la región: La reina del huipil, los huehues y la danza de los quetzales.

“También los voladores que, insiste, son originarios de Cuetzalan, Puebla y no de Papantla Veracruz; la iglesia de Yohualichan con su arco de sotoles, y su pirámide; la iglesia de los Jarritos, y las palmeras de la plaza de Cuetzalan”.

Este año Celia Chávez de García Terrés quiso incluir los pajaritos que se ven durmiendo en los cables “y por eso añadí las figuritas que hice con un collar de barro negro de Oaxaca que ya tenía”, concluye el texto.

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