Al realizar trabajos de mantenimiento y consolidación en el atrio del Templo de San Agustín, en Tepoxtlán, Guerrero, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron los restos mortuorios de una mujer de entre 15 y 17 años, y los de un bebé que al fallecer ya rebasaba el año de edad.
De acuerdo con el antropólogo físico Jorge Cervantes Martínez, del Centro INAH Guerrero, estos descubrimientos permiten conocer algunas características de la vida en Tepoxtlán durante los primeros siglos de La Colonia.
Y es que la posición anatómica de los entierros, sobre todo el de la fémina, infiere que ambos cuerpos fueron sepultados conforme la tradición cristiana: el cadáver se colocaba sobre su espalda en posición extendida, orientado hacia la salida del sol, y los brazos cruzados sobre el pecho.
El especialista detalló, además, que la mujer sufrió escoliosis lumbar (deformidad anormal de la columna) y que, al ser sepultada, su pecho fue adornado con un collar de 26 cuentas de vidrio rematado con una medalla.
En el caso del menor, que debió tener entre 12 y 18 meses al morir, la observación en fragmentos del cráneo y de las tibias demuestra que estuvo sometido a un “estrés nutricional”, posiblemente luego de que fue destetado, explicó Cervantes Martínez, según declaraciones difundidas por el INAH.
Respecto a las labores realizadas, la fuente informó que con éstas se ha podido dignificar un importante patrimonio, el Templo de San Agustín, considerado monumento histórico.
La arquitecta Sheyla Yamel Magallanes, responsable de los trabajos, refirió que uno de los criterios utilizados fue el retiro de todo el cemento añadido al edificio y la recuperación de la arquitectura vernácula de tierra.
Lo anterior resultó una grata experiencia para los trabajadores (una veintena de lugareños que se vieron beneficiados con el Programa de Empleo Temporal), quienes aplicaron un sistema constructivo que suelen usar en sus casas.
De esa manera, en su vieja iglesia intervinieron las grietas con entretejidos de adobe y aplanados de tierra, explicó la especialista del Centro INAH Guerrero.
El púlpito y el hermoso retablo barroco (de madera y cubierta de hoja de oro) del siglo XVIII del Templo de San Agustín, también fueron objeto de limpieza.
Además, el piso de la nave principal fue sustituido por una loseta de barro similar a la de origen, se niveló el espacio del atrio y se rehabilitó la barda perimetral.