Muchos conocemos a personas que, desafiando todo augurio de fracaso, decidieron en algún momento dedicarse a la música de tiempo completo. Un número significativo de ellos, tristemente, no pudo concretar su pasión y terminó sucumbiendo al negro vaticinio de quienes lo rodeaban: "morirás de hambre", "es muy difícil hacerla si no tienes contactos" o, peor aún, "no tendrás éxito jamás". A ellos los podemos encontrar en cualquier lugar: son profesionistas, ejercen un oficio o realizan una actividad para la cual, bien lo saben, no nacieron.
Sin embargo, es importante no olvidar que el concepto de la palabra "éxito" varía de acuerdo a cada persona. Lo que para un joven estudiante de música lo es podría ser diferente para aquel, un tanto mayor, que aspira a tener un ingreso regular por ejercer su pasión sin preocuparse por aquello llamado "fama" o "grandes ventas". La gran variedad de géneros musicales existentes engloba también diferentes tipos de artistas musicales. Y no todos buscan lo mismo.
Sin importar la edad, aquellos cuya existencia se rige por la música se enfrentan una de dos opciones: 1) Dejar un trabajo y un nivel económico estable para aferrarse a un proyecto de vida al cual le apostarán todo sin ceder ante los desaires y fracasos que lleguen hasta lograr el éxito y 2) Sucumbir ante la presión social, ejercer un trabajo que saque los gastos básicos y, en sus ratos libres, evocar con nostalgia un gran sueño. Suena triste pero no tiene que ser así.
Todo es posible si existe la dedicación, el esfuerzo, la pasión necesaria y la constancia. El éxito sí es alcanzable en la música si el artista logra visualizar con objetividad qué es lo que desea lograr y enseguida traza un camino realista de cómo lo va a conseguir.
Aún con pocas horas disponibles al día, la práctica constante hace al maestro y el objetivo a alcanzar debe de ser muy claro antes de empezar la promoción: formar un grupo musical, pertenecer a una orquesta, ser cantante, etc. Con esto, la combinación talento, clases, ensayos, constancia y creatividad no puede fallar. Sólo cuando se haya logrado lo anterior y se tenga la certeza de que se interpreta lo que nadie más o como nadie más se logrará el requisito inicial: un producto artístico humano que tendrá demanda.
El "cómo" traerá resultados con la constancia: disqueras tradicionales o digitales, eventos, promotores, redes sociales y presencia en Internet son sólo algunas de las formas con las que un artista cuenta para darse a conocer. Todas valen el intento y aportarán la experiencia y las tablas necesarias para lo que debería ser el único y primordial objetivo de cualquier artista destinado a trascender: DEJAR HUELLA.
La autora de esta columna agradece las aportaciones del concertista internacional Ángel Tejeda, egresado de la Escuela de Iniciación Artística No.4 del I.N.B.A, con estudios superiores de música así como con una amplia trayectoria en diversos géneros musicales. Ángel Tejeda actualmente imparte el Taller de Música Latinoamericana en la UAM Iztapalapa.
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