Cada año, en la comunidad de Pomuch, Campeche, se celebra una particular tradición: la del lavado de huesos. Decenas de familias abren las tumbas para limpiar minuciosamente las osamentas. Ésta es una de las tradiciones más antiguas y poco comunes de adorar a sus muertos mediante un ritual que consiste en sacar sus restos del osario (recipiente donde se guardan estos) para luego limpiarlos y rendirles tributo.
Este acto se realiza con mucho respeto, y el objetivo principal es evitar que los huesos se desintegren, o al menos se mantenga en buenas condiciones el mayor tiempo posible. En Pomuch, sus habitantes no tienen temor a los muertos.
Convivencia de vivos y muertos
Algo curioso sucede en Pomuch, aquí los muertos tienen un lugar muy importante entre la comunidad, es por ello que cada año los limpian, los cubren con manteles especiales, bordados a mano por las mujeres de la familia, y los guardan en los osarios de madera. Y así como pintan las fachadas de sus casas, así pintan las bóvedas.
Durante este ritual, en el que participan sólo los adultos, un sepulturero o un familiar del difunto, cepilla la osamenta para después colocarla sobre una servilleta de tela blanca, nueva y bordada a mano, para que cuando el alma llegue encuentre limpios sus restos.
Se dice que las telas blancas representan "la ropa" del difunto y deben ser nuevas cada año o de lo contrario no volverá.
Esta costumbre se practica desde hace siglos, del 26 de octubre al 2 de noviembre.
Este ritual se realiza luego de que transcurren tres años y medio del fallecimiento, cuando los restos son retirados del ataúd y colocados en un osario, pero con la limpieza de las osamentas no terminan las actividades, ya que en las casas continúan los rezos y se coloca un altar con frutas, dulces, panes, flores, velas y fotos de los difuntos. No puede faltar el tradicional pibipollo (tamal de pollo y cerdo horneado bajo tierra), hecho que remonta a las más antiguas tradiciones mayas.
Hanal Pixán
De acuerdo a la tradición, el 31 de octubre se monta una ofrenda para los difuntos pequeños o pixanitos. Debido a que son almas puras por su inocencia y no conocen la maldad, se les colocan dulces tradicionales, papaya, mazapanes de figuras, pepita de calabaza, kulim de nanche o ciruela.
También camote, yuca, sikli kab o pepita con miel, así como frutas de temporada como naranja, mandarina y jícama. No pueden faltar sus juguetes favoritos y una taza de chocolate con pan.
Por otro lado, el 1 y 2 de noviembre las familias reciben a los adultos o Nojoch Pixano´Ob, mediante el Hanal Pixán, o comida de muertos, cuyo principal platillo es el pibipollo o mucbipollo.