La lepra es una enfermedad que aún está presente en 115 países, aunque sólo en 16 de ellos se registra más de 90% de los nuevos casos que cada año se presentan.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2012 se reportaron 232 mil 857 nuevos casos,
seis mil 231 más que en 2011.
México es uno de los países que ha controlado, pero no erradicado, esta enfermedad causada por la bacteria de multiplicación lenta, Mycobacterium leprae.
En 2014 se registraron en el país 169 casos, siendo Sinaloa, Jalisco y Guerrero los estados con mayor incidencia.
En el marco del Día Internacional de la Lucha contra la Lepra, que se celebra el último domingo del mes de enero, la jefa del Servicio de Dermatología del Hospital General de México "Eduardo Liceaga", Rosa María Ponce, señaló que la estrategia global de la OMS es reducir a uno los casos observados por cada 10 mil habitantes.
Expuso que México tiene "focos" en el norte y occidente del país (Sinaloa y Jalisco), así como en la zona centro (estado de México y Distrito Federal), entre otros, mientras que hay entidades blancas como es el caso de Tabasco.
Explicó que la lepra es una enfermedad que se cura en lapsos de entre uno y cinco años, según sea el tipo de bacteria que ataca al paciente.
Manifestó que se trata de un padecimiento incapacitante y transmisible, pero nada tiene que ver con "los mitos de que, con sólo tocar a un enfermo, de inmediato se contagia".
El período de incubación de esta enfermedad es en promedio de cinco años y lo mismo ataca a hombres que a mujeres de cualquier edad. Para contagiarse de persona a persona, se requiere estar en contacto durante años con un enfermo.
Detalló que "en un inicio, es una placa, un cambio en la piel, puede ser escamosa, se puede confundir con una infección de hongo, las placas son anestésicas, eso es lo típico, el paciente dice que no siente nada, es una placa sin sensibilidad, en otros casos es más claro su color al resto de la piel, eso nos hace pensar en que se trata de lepra".
En otros casos se presentan nódulos (bolas en la piel) y mano de garra, y los dermatólogos deben estar capacitados para detectar esta enfermedad y en caso de confirmarla es necesario notificar a las autoridades.
Este padecimiento afecta la piel, los nervios de las manos y del cuello, la mucosa de las vías respiratorias altas y los ojos, además de que deforma los dedos, causa inflamación en la cara y testículos, y piel necrosada, entre otros.