Cuando a los océanos se les detecta una enfermedad, los especialistas emplean el proceso llamado biorremediación, el cual consiste en la reconstrucción del hábitat natural en un ambiente costero alterado por una perturbación mecánica o química.
El doctor en Oceanografía Biológica de la Universidad de Miami, Luis Arturo Soto González, comentó que a pesar de que en las últimas o seis décadas los trabajos de los oceanógrafos se concentraron en las superficies marinas, ahora existen herramientas y tecnología para capturar información de las condiciones físicas, químicas y biológicas de las profundidades.
“Nuestro conocimiento de lo que ocurre en las grandes profundidades (entre 500 y mil metros) en ocasiones es escaso porque además tiene una agravante: es de difícil acceso; no es fácil obtener información a esas profundidades”, reconoció.
Sin embargo, el experto en biología de los océanos mencionó que cualquier situación que ocurre en la superficie del océano tiene una consecuencia en el fondo.
Por ello, de la superficie se puede obtener un análisis integral sobre lo que es grave o está cambiando en las profundidades, si las alteraciones permanecerán por más de un año, cinco, o tiempos más largos.
Soto González expresó que las secuelas causadas por la industria en expansión en muchas partes del mundo son severas, permanentes y con efectos tóxicos sobre los organismos que las personas consumen de manera directa, como los peces y moluscos.
Ante esta situación, el especialista expuso que para contrarrestar el daño en los océanos hay herramientas y estrategias establecidas, producto de disciplinas de reciente creación, que nos hablan de una ecología forense que encuentra el daño y el causante o la fuente.
“Pero también tendríamos que solucionar el daño. Lo más sencillo es la preservación; evitar que primeramente se expandan las consecuencias de la fuente que uno identifica como un factor perturbador severo. Una vez que cesa el efecto negativo, nos preocupa entonces la respuesta”, señaló.
El especialista mencionó en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que en la actualidad el uso de compuestos químicos ayuda a degradar el petróleo.
“Uno de los casos más típicos en los que se utilizan compuestos químicos es con el chapopote que normalmente se observa en algunas playas; este tiene una permanencia considerablemente prolongada en tiempo, sobre todo cuando se adhiere a superficies como las de rocas”, abundó.
El doctor informó que algunos países optan por el uso de detergentes que ayudan de alguna forma a disminuir la permanencia de los chapopotes, pues los van degradando como elementos químicos hasta que alcanzan un nivel en el que pierden su toxicidad.
Sin embargo, Soto González detalló que esta no es una estrategia muy recomendable, porque al introducir un elemento químico que no es natural del sistema se ocasiona también una perturbación.
Por lo anterior, el especialista en biología señaló que el replantar algunos tipos de vegetación que ayuden a recuperar dicho equilibrio es el objetivo de la biorremediación.
“Tenemos la posibilidad de limpiar el área. Se remueven las arenas y los sedimentos, con herramientas mecánicas, para eliminar los tóxicos que estaban causando problema y, cuando está limpio el sistema, volver a recuperar la vegetación originalmente”, añadió.