Los cambios en el sistema inmunológico producidos durante el embarazo hacen a la mujer más susceptible de contraer influenza y sufrir complicaciones secundarias. En comparación con las no embarazadas, las mujeres gestantes enfrentan un riesgo
incrementado de enfermedad y muerte a causa de las complicaciones de influenza estacional, ya que tienen más posibilidades que la población general de desarrollar síntomas graves que requieran hospitalización, en especial aquellas que atraviesen el tercer trimestre de gestación en el pico de la temporada de influenza. A su vez, influenza materna puede causar complicaciones en el bebé por nacer, como muerte intrauterina o neonatal, parto prematuro, bajo peso, indican recientes estudios.
Los episodios cardiorrespiratorios atribuidos a influenza son cinco veces más frecuentes en mujeres gestantes que en mujeres no embarazadas. Durante la pandemia de 2009, las embarazadas de la ciudad de Nueva York tenían una probabilidad 7.2 veces mayor de ser hospitalizadas y una tasa de hospitalización por influenza grave 4.3 veces más elevada que las mujeres de características comparables no embarazadas.
Beneficios para la madre y el bebé
El riesgo de infección grave durante la gestación se ve acrecentado por la presencia de alguna comorbilidad, como por ejemplo asma, diabetes u obesidad.
Las mujeres embarazadas o aquellas que vayan a estarlo durante la temporada de influenza deben ser vacunadas contra influenza antes o en cualquier estadio de la gestación.
Si bien la inmunización protege independientemente del trimestre de embarazo en que se reciba la vacuna, un estudio publicado en 2011 mostró que el beneficio sobre la embarazada y el feto era mayor cuanto más temprano se aplicaba la vacuna, debido al paso de anticuerpos de la madre al bebé, algo muy importante si se tiene en cuenta que la vacunación contra influenza sólo es posible a partir de los seis meses de edad.
El mismo estudio demostró que la vacunación de todas las embarazadas podría prevenir más de un tercio de las hospitalizaciones por influenza por año en EU, es decir, 1,235 hospitalizaciones anuales. Además, reduciría de 54,000 a unas 23,000 la cantidad de consultas médicas anuales que hacen las embarazadas por influenza. También se beneficiarían los bebés menores de 6 meses: en quienes las hospitalizaciones por influenza disminuirían de más de 4,700 a 3,000 cada año.
Esta protección se extiende durante varios meses luego del nacimiento. Se han hallado anticuerpos a los cuatro meses de edad del bebé cuyas madres recibieron la vacuna anti influenza en el embarazo, en tanto niños nacidos de mujeres no vacunadas no mostraron protección alguna contra la enfermedad.
Otras investigaciones indican que las embarazadas que habían recibido vacuna anti influenza durante la gestación tenían menos partos prematuros y neonatos de bajo peso. [9] Las investigaciones han indicado la relación entre las infecciones gestacionales y los prematuros: la reacción del organismo a la infección, a través de la activación de la compleja cascada de sustancias pre-inflamatorias, como un tipo de prostaglandinas e interleuquinas, podrían incrementar el riesgo de contracciones y adelantar el parto.
Tampoco existe prueba que asocie la vacunación contra influenza y el aborto. El estudio más grande realizado durante el primer trimestre de gestación mostró que las embarazadas que recibían la vacuna no tenían tasas de aborto mayores que aquellas que no la habían recibido. Tampoco ha mostrado causar daños en los bebés por nacer.
La recomendación de vacunar a mujeres embarazadas se basa tanto en pruebas acerca de la efectividad e inocuidad de la vacuna contra influenza estacional durante el embarazo, como de su eficacia para prevenir el padecimiento, tanto en las madres como en los lactantes pequeños, en quienes se observa una elevada carga de morbilidad.
Las embarazadas sólo pueden recibir las vacunas contra influenza inyectables, a base de virus inactivados y en ningún caso las que se administran por vía nasal, ya que se trata de una vacuna atenuada a virus vivos. Las puérperas que no recibieron la vacuna durante el embarazo y las que están amamantando, pueden recibir la vacuna en spray.
Los efectos secundarios más comunes post vacunación, son leves: Ardor, sensibilidad y/o enrojecimiento e inflamación en la zona de la inyección. Algunas mujeres pueden sufrir dolores de cabeza, dolores musculares, fiebre y náuseas, o sentirse cansadas. Es normal que los efectos comiencen inmediatamente después de administrar la vacuna y pueden durar de 1 a 2 días.
A veces, algunas inyecciones de vacuna contra influenza pueden causar problemas graves como reacciones alérgicas severas, sin embargo, las reacciones alérgicas que ponen en peligro la vida ocasionadas por las vacunas son muy raras. Una persona con una alergia severa (que pone en riesgo su vida) al huevo o a cualquier otro componente de la vacuna no debería recibirla, aun si está embarazada.
Una duda llamada tiomersal
Una investigación publicada en Obstetrics & Gynecology halló que por cada 10 embarazadas de Estados Unidos, menos de cuatro se vacunan contra influenza cada año.2 Se desconoce si en eso influye el temor a algunas vacunas contra influenza que contienen tiomersal, un conservador derivado del mercurio. Varias investigaciones vincularon el uso de la sustancia a un mayor riesgo de autismo, pero esta relación no fue comprobada. Sin embargo, existe gran cantidad de evidencia científica acerca de la seguridad de esta sustancia. La información ha demostrado que las bajas dosis de tiomersal en las vacunas no causan daños y sólo están relacionadas con reacciones locales menores, como enrojecimiento e hinchazón, en el lugar donde se administra la inyección. Además, el tiomersal contiene etil-mercurio, un compuesto de mercurio diferente, que no se acumula sino que el organismo metaboliza y elimina mucho más rápido que el metil-mercurio.
Tres agencias de salud de EU (Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Institutos Nacionales de la Salud (NIH)) han revisado las investigaciones publicadas sobre el tiomersal y determinaron que es un producto seguro para ser utilizado en las vacunas. Tres organizaciones independientes [El Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias, el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) y la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP)] revisaron la investigación publicada y también concluyeron que se trata de un producto seguro para utilizar en vacunas. La comunidad médica apoya el uso del tiomersal en las vacunas contra influenza, para brindar protección contra una potencial contaminación bacteriana en las presentaciones multidosis.