El Síndrome Coronario Agudo (SICA) es un término usado para cualquier afección que detenga repentinamente o disminuya fuertemente el flujo de sangre al corazón por las arterias que lo “coronan” o cubren para alimentarlo, oxigenarlo y permitir su
funcionamiento; llegando a dañar gravemente el tejido cardiaco. Actualmente existen procedimientos y fármacos que, administrados dentro de las primeras horas posterior al evento, pueden desbloquear la arteria, disminuir la mortalidad, prevenir mayores daños al tejido cardiaco e incrementar la tasa de recuperación.
El doctor Marco Martínez Ríos, director del Instituto Nacional de Cardiología expuso un panorama de la prevalencia del Infarto Agudo al Miocardio (IAM) en México: “en nuestro país ocurren alrededor de 80 mil decesos al año por dicha causa[3] y más del 50 por ciento de las personas afectadas fallecen antes de llegar a un hospital[4], por lo que actuar con inmediatez es esencial en la atención del paciente”.
El síntoma más común de SICA, refirió Martínez Ríos, es dolor en el pecho que puede presentarse rápidamente, o de forma intermitente e incluso empeorar durante el descanso. “También dolor en el hombro, brazo, cuello, mandíbula, espalda o la zona del vientre; una molestia que se siente como opresión, constricción, aplastado, ardor, ahogamiento o dolor sordo, una molestia que se presenta en reposo y no desaparece fácilmente cuando toma medicamentos, así como falta de aire, ansiedad y náuseas, entre otros”.
El experto del Instituto Nacional de Cardiología explicó que “existe una sustancia grasa llamada placa, compuesta de colesterol, grasa y otros productos de desecho, la que puede acumularse en las arterias coronarias del corazón. Esta placa puede bloquear el flujo de sangre de dos maneras: estrechar, con el paso del tiempo, hasta dañar una arteria y provocar síntomas, o bien, dicha placa se desprende repentinamente y alrededor de ésta se forma un coágulo de sangre, estrechando o bloqueando la arteria”.
Por su parte el doctor Carlos Martínez Sánchez, expresidente de la Sociedad Mexicana de Cardiología y jefe de la Unidad Coronaria del INC, refirió que el objetivo del tratamiento del Infarto Agudo al Miocardio (IAM) es restablecer la circulación coronaria a la brevedad posible para reducir el daño al tejido cardiaco ocasionado por el bloqueo de alguna o varias arterias coronarias. Para ello, “disponemos de diversas opciones de tratamiento que pueden deshacer o desbloquear las arterias (reperfusión), como fármacos, cirugía y otros procedimientos para tratar los síntomas y restaurar el flujo sanguíneo hacia el tejido medio (miocardio) del corazón“.
Martínez Sánchez, explicó que, “para romper o disolver el coágulo, a algunas personas les podemos dar fármacos denominados trombolíticos, siendo el fármaco más comúnmente usado para esta terapia el activador del plasminógeno tisular natural (tenecteplasa); que debemos suministrar, idealmente, durante la llamada “hora de oro”, es decir, los primeros sesenta minutos posteriores a cuando se presentó por primera vez el infarto y que podría ser administrado en cualquier servicio de urgencias del país, ya que en este tiempo darle al paciente este fármaco (reperfusión), la mortalidad disminuye al máximo, pero éste pierde eficacia conforme pasa el tiempo[6], por ello nuestra campaña: En infarto, el tiempo es vida, para hacer una llamado conjunto a buscar que en todo México se haga reperfusión a todos los pacientes con IAM”.
El doctor Enrique Gómez Álvarez, Jefe de la División de Cardiocirugía del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE, refirió que entre las opciones de emergencia para abrir las arterias coronarias estrechadas o bloqueadas se encuentra la angioplastia, “un procedimiento quirúrgico que se debe llevar a cabo dentro de los primeros 90 minutos después de llegar al hospital y antes de 12 horas después del ataque cardíaco. Otra alternativa es la colocación de un stent, un pequeño tubo de malla metálica que se expande dentro de la arteria coronaria, y suele colocarse regularmente después o durante una angioplastia y evita que la arteria se cierre de nuevo”.
“Algunos pacientes pueden necesitar una cirugía de revascularización coronaria, también llamada cirugía a corazón abierto, para abrir las arterias coronarias bloqueadas. Por supuesto que, en el ISSSTE también damos como primera opción fármacos para disolver el coágulo como los mencionados con anterioridad. Y sabemos que es mejor suministrarlos lo antes posible, dentro de las tres y hasta seis horas siguientes al inicio del dolor torácico. Esto se denomina terapia trombolítica o reperfusión con fármacos”, afirmó el especialista del ISSSTE.
Finalmente los participantes, coincidieron en que se debe reperfundir a todos los pacientes con infarto agudo al miocardio, ya que el tiempo es vida, y la elección del mejor método de reperfusión (farmacológico o mecánico como la cirugía) es aquel que mejor se ajuste a cada situación social, demográfica y geográfica. Lo importante siempre será estabilizar al paciente, restablecer el flujo sanguíneo para buscar disminuir el daño al músculo cardíaco, reducir la mortalidad, aumentar las tasas de supervivencia y recuperación así como las comorbilidades asociadas al IAM.