Violencia, daño sostenido en parejas

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La violencia de pareja o doméstica se vuelve parte de la cotidianidad, y la agresión no sólo es intensa sino frecuente, es un daño sostenido, advirtió la especialista, Dolores Mercado Corona.

La académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) detalló que de esta manera la violencia psicológica es más perniciosa, "porque hay tensión y miedo de que suceda de nuevo".

Esta forma de violencia, abundó en un comunicado, es la más común al ser la primera en aparecer en las relaciones de pareja y antecede a otros tipos, lo que pudiera ser un ensayo en el que se aprende a transgredir los límites del respeto y así pasar a otros tipos de violencia.

Se ejerce a partir de gestos u omisión de acciones, y la mayor parte de las veces es verbal, lo que se expresa con devaluaciones, insultos, falta de respuesta e ignorar a la persona agredida, por lo que "no deja huellas visibles".

Explicó que ya se han detectado algunos factores en el origen de la violencia durante el noviazgo, como la necesidad biológica y de apego, el miedo a la pérdida, el querer controlar las actividades personales y sociales de la pareja.

Señaló que aunque la violencia ocurre a todas las edades, los datos indican mayor incidencia en los grupos de menor edad, ya que "el cerebro del ser humano termina de madurar hacia los 20 años, por lo que en la adolescencia aún no se desarrolla el autocontrol emocional".

"No estoy segura de que haya alguna forma de evitar la violencia, porque una vez que aparece tiende a incrementarse; sin embargo, debemos intentar disminuirla", aconsejó.

Dijo que existen dos posibilidades para controlarla, una externa y otra interna; en la primera son importantes la reprobación social, las leyes, los castigos judiciales o de otro tipo y es importante impedirla en el momento en que se presenta.

La opción de control interno y de prevención ofrece más posibilidades para evitar o disminuir este comportamiento, porque se relaciona con el propio individuo, con su formación, experiencias y educación.

Para esto, es necesario trabajar con los padres de familia, con el sistema educativo, con maestros y niños desde sus primeros años para generar una filosofía del respeto a los derechos del otro.

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