Un grupo de científicos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) en Hermosillo, Sonora, estudian la delgada capa protectora de las frutas llamada cutícula para aumentar la conservación de estos alimentos.
La capa que cubre las frutas evita la acumulación de agua y partículas de polvo con el fin de mantener limpia y seca la superficie de las plantas o los frutos, explicó el investigador del CIAD, Martín Ernesto Tiznado Hernández.
La cutícula tiene un papel termorregulador en las interacciones de las plantas con el ambiente, pues las protege contra los rayos ultravioleta, participa en las interacciones planta-insecto y ayuda a evitar la proliferación de microbios patógenos.
El proyecto busca desarrollar una estrategia que permita modificar la cutícula de las frutas para aumentar su conservación, indicó Tiznado Hernández en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El investigador y su equipo de trabajo analizarán los genes de la superficie de la fruta, en especial los factores de transcripción, debido a que son los controladores maestros de muchos procesos.
La importancia de esta investigación se debe a que México es el principal productor de guanábana en el mundo y el principal exportador mundial de papaya; además, en el territorio mexicano se cultivan alrededor de dos mil hectáreas de pitahaya.
Los investigadores esperan que con este trabajo estas y otras frutas se abran más camino dentro y fuera de México a través de la creación de variedades con periodos poscosecha más prolongados que permitan su traslado a otras latitudes y su comercialización en buen estado.
A la fecha, el equipo de Tiznado Hernández realizó el transcriptoma (análisis genético) de la epidermis de mango con tecnologías de secuenciación masiva que permitieron genera información importante sobre los genes que participan en la síntesis en la cutícula.
También los científicos buscan analizar el transcriptoma del aguacate que fue construido en el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), en Irapuato, Guanajuato.
“Lo que queremos analizar es si existe un mecanismo molecular común de biosíntesis de cutícula en las diversas frutas”, dijo Tiznado Hernández.
“Una vez identificado el mecanismo, tendremos la posibilidad de realizar modificaciones mediante herramientas modernas de alteración genética en diversos factores de transcripción y estudiar qué sucede en el fenotipo de las frutas”, agregó.