La Universidad de Guadalajara (UDG) detectó en una investigación que el veneno de abeja conocido como apitoxina ayuda al sistema inmunológico de personas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida.
En una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el investigador Sergio Álvarez Barajas detalló que trabaja con un grupo de 28 personas infectadas que por voluntad propia cooperan en la investigación.
“De las personas con quienes trabajamos, tenemos la copia del documento que avala que son VIH positivo y tenemos los resultados de sus primeros análisis clínicos con los niveles de CD4 y CD8”, dijo el científico.
“Entonces los revisamos, hacemos prueba de tolerancia al veneno, y se desarrolla una solución con cierta concentración de veneno, de la cual el paciente tomará 15 gotas al día, cinco antes de cada alimento”, añadió.
Las células CD4 y CD8 son tipos de linfocitos que forman parte del sistema inmune de los seres humanos. Las personas enfermas de sida o VIH positivas de manera normal presentan deficiencia en el número de CD4 y un aumento en las CD8.
El investigador dijo que es por ello que la medición de estos linfocitos ayuda a los médicos a determinar los mecanismos retrovirales del paciente y el avance de la enfermedad.
Los resultados en el laboratorio del grupo de estudio arrojó un incremento en el número de CD4, con respecto a los resultados de los primeros análisis, y una disminución de CD8, lo cual resulta favorable comparado con los tratamientos retrovirales, destacó el biólogo.
La medición de la eficacia del tratamiento con apitoxina es trimestral, y según las investigaciones, el resultado es el mismo cada vez, es decir, siempre hay un incremento en el número de linfocitos del sistema inmunológico del paciente.
Esta situación se debe a la melitina, sustancia activa del veneno de abeja, y a los antibióticos que posee, ya que en conjunto tienen la particularidad de no generar una memoria en el cuerpo humano. Esta sustancia se puede producir de forma sintética, aunque no cuenta con el mismo efecto de la versión natural.
“Cuando te pica un alacrán, el cuerpo guarda cierta memoria del veneno de este animal, de tal suerte que si el mismo tipo de alacrán te llega a picar una segunda vez, la reacción que se genera en el cuerpo es mucho menor que en la primera ocasión, y si esto sucede una tercera vez, el piquete de alacrán prácticamente no te hace nada”, explicó el científico.
“Con la abeja no pasa esto. El cuerpo no guarda memoria de este veneno, por lo que cada piquete produce la misma reacción”, agregó el también maestro en ciencias de la salud ambiental.
El investigador lamentó que pese a las bondades de los metabolitos detectados en el veneno de la abeja la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) prohíbe su uso en medicamentos.