Este 15 de septiembre se conmemora el “Día Mundial del Linfoma”, establecido hace 10 años por la Coalición Internacional del linfoma, como una forma de incrementar el conocimiento sobre esta enfermedad, que anualmente mata a 200 mil personas en el mundo, permitiendo reconocer los síntomas y un diagnóstico precoz.
El linfoma es un cáncer del sistema linfático, entendido como la red de nódulos linfáticos, órganos (tales como el bazo, el timo y las amígdalas) y vasos que ayudan a formar el sistema inmunológico.
Su diagnóstico suele ser difícil en sus comienzos, pues aunque en general el síntoma más común es la presencia de un bulto, que no suele ser doloroso, en cuello, axila o ingles (inflamación de los ganglios linfáticos), también se puede presentar fiebre, sudoración nocturna, pérdida de peso o cansancio, por lo que se pueden confundir fácilmente con enfermedades comunes como gripe o mononucleosis.
En México los datos de Globocan 2002 señalan que en hombres la tasa de incidencia fue de 4.5 casos por cada 100 mil y la de mortalidad de 2.1 por cada 100 mil. En tanto que para las mujeres la incidencia fue de 3.3 por cada 100 mil y la de mortalidad de 1.6.
Hay tipos diferentes de linfomas, pero comúnmente se les clasifica como enfermedad de Hodgkin (EH) o linfoma No Hodgkin (LNH), donde la diferencia entre ellos radica en el tipo de células que afectan, -con el LNH los tumores se desarrollan a partir de los linfocitos (un tipo de glóbulo blanco)-.
Los LNH son más frecuentes en adultos que en niños y tienen un incremento gradual con la edad, sobre todo a partir de los 50, pero la edad promedio al diagnóstico es de entre los 45 a los 55 años de edad.
En términos generales, los especialistas sostienen que la EH es más fácil de tratar que el LNH y como sucede o cualquier tipo de cáncer, en sus primeras etapas, cuando el cáncer aún no se ha propagado más allá del sistema linfático, pues cuando éste se propaga a la médula ósea o se desarrolla en el cerebro, su tratamiento se complica.
En México, el linfoma no Hodgkin constituye el tercer cáncer más común en el sexo masculino y el sexto en el femenino. Por fortuna el tratamiento de la enfermedad ha tenido un avance muy significativo en la última década, pasando a ser una neoplasia con alta probabilidad de curación, gracias al desarrollo de terapias dirigidas.