Una lucha continua, investigaciones y acciones que favorecen a las personas que padecen epilepsia son las que ha realizado la destacada neuróloga Lilia Núñez Orozco.
“Vi en los pacientes una necesidad que no había cubierto nadie y que estamos trabajando en ello de manera constante desde hace más de veinte años”, comentó la experta con emoción en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
Fue distinguida en 2009 con el premio Embajadora de la Epilepsia (Ambassador for Epilepsy Award) por parte de la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE, por sus siglas en inglés) y el Buró Internacional para la Epilepsia (IBE, por sus siglas en inglés). La doctora Lilia Núñez Orozco es la única mujer en el país que ha recibido dicha mención.
“Se otorgan doce premios de embajador cada dos años. Es un nombramiento que uno conserva el resto de la vida. En México solamente hay otros dos especialistas que lo han recibido. Uno de ellos es el doctor Manuel Velasco Suárez, fundador del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), y el doctor Francisco Rubio Donnadieu”, señaló.
La especialista en neurología actualmente se desempeña como presidenta de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría (SMNP). Mirar su trayectoria converge sentimientos de admiración, ya que ha presidido diferentes organizaciones, publicado más de veinte capítulos sobre diversos temas neurológicos en libros de medicina interna, farmacología, neurología, y más de cien artículos científicos.
Con voz dulce y carácter loable, reveló que su interés por la medicina surgió en la infancia, mientras observaba a su tío atender pacientes en el sanatorio que tenía.
“Yo lo veía, y su imagen era de mucha autoridad. Me impresionaba su imagen. Me parecía maravilloso e interesante ser médico”.
De la medicina a la neurología
En la época de 1968, entre las diligencias de ser adolescente y movimientos estudiantiles, la doctora Lilia Núñez realizó sus estudios de educación media superior en la Escuela Nacional Preparatoria Plantel 7 Ezequiel A. Chávez.
Como un cuadro atesorado en su mente, la experta recuerda que un profesor los hizo visitar un hospital. Ese segundo acercamiento a la medicina reforzó su decisión de estudiar en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Hice mi carrera de medicina y pensaba ser psiquiatra, especialidad que me llamaba mucho la atención. Pero cuando conocí las materias de psiquiatría y de neurología, las comparé y me di cuenta que prefería la neurología”.
La psiquiatría le parecía heterogénea y diversa en sus corrientes. En cambio, la neurología era un campo sistematizado, complejo y firme como una roca de la cual sentía que podía apoyarse.
“El internado es en quinto año y uno tiene práctica hospitalaria, entonces pedí un internado rotatorio. En el internado tuve la oportunidad de ir a varios hospitales, y uno de ellos fue el Instituto de Neurología donde había llevado la materia de neurología”.
Se graduó en 1974 y después realizó el internado rotatorio de posgrado, un año de medicina interna en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, y la residencia de neurología en el Instituto Nacional de Neurología de la Secretaría de Salud.
“Cuando acabé la residencia me invitaron a trabajar al 20 de Noviembre. El jefe del Servicio de Neurología, el doctor Ladislao Olivares, me conocía muy bien porque había sido mi profesor, pensó en mí para ocupar ese puesto que tenía en su servicio y así fue como llegué al hospital, donde estoy desde 1980”.
De la mano con los primeros neurólogos
Ya inmiscuida en el quehacer médico, los conocimientos y la práctica fueron reforzados en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. Uno de sus principales mentores fue el doctor Ladislao Olivares Larraguivel, maestro de múltiples generaciones de neurólogos y miembro fundador de la Academia Mexicana de Neurología y del Consejo Mexicano de Neurología. El experto le compartió un enfoque diferente de la neurología.
“El doctor Olivares hizo muchas aportaciones a la neurología. Él era muy organizado, muy estricto y tenía ideas muy avanzadas, le gustaba la enseñanza, por lo que hicimos muchos cursos para instruir en diferentes aspectos de la neurología”.
Entre los cursos impartidos se incluyeron los temas de nervio y músculo, enfermedades por deterioro cognitivo, epilepsia, dirigidos a médicos generales y de otras disciplinas, lo cual contribuyó a promover el hospital como un centro de enseñanza.
“Antes de los sesenta la gente se formaba en el extranjero y venían a trabajar aquí. Nosotros formamos especialistas en neurología en el hospital y el doctor Olivares inició esta formación desde antes de que yo llegara”.
En 1991, el doctor Olivares se retiró y la doctora Núñez quedó al frente del Servicio de Neurología. En ese trayecto continuó enriqueciendo su legado con mejores programas. En la actualidad tienen más residentes por generación de los que había en ese entonces.
Entre las ideas novedosas del doctor Olivares, estaba impulsar conferencias para hablar con los enfermos sobre sus padecimientos. A la doctora Lilia Núñez le tocó hablar acerca de la epilepsia. A partir de entonces dedicó su vida al estudio de la epilepsia y al apoyo de las personas que la padecen, fundando en 1991 el Grupo Aceptación de Epilepsia, que conduce hasta la fecha.
Su propio legado
Con la oportunidad de participar en las principales asociaciones nacionales e internacionales, la experta ha regido varias de ellas.
Teniendo pocos años como especialista, estuvo en 1987 en el Consejo Mexicano de Neurología, que avala la capacidad de los especialistas para ejercer su profesión al final de su residencia. “Llegué a ser secretaria, tesorera y finalmente presidenta del Consejo.”
Asimismo, formó parte de la Academia Mexicana de Neurología (AMN), institución que también fue fundada por el doctor Olivares. Tomó la presidencia de la Academia en el periodo 2000 a 2002, siendo la primera mujer en ocupar el puesto.
“Habían pasado veinticinco años de la fundación de la Academia cuando yo fui presidenta. Durante mi periodo se fundó la Revista Mexicana de Neurociencia, órgano de difusión de la AMN de la que fui editora en jefe hasta el año 2010. De igual forma, se adquirió la oficina de la AMN y del Consejo Mexicano de Neurología, ahora llamada La Casa de la Neurología”.
Instituyó en 1991 un grupo de apoyo para las personas con epilepsia, que dos años después se afilió al Buró Internacional para la Epilepsia. Dicha organización internacional agrupa asociaciones de más de cien países que trabajan por el apoyo psicosocial de las personas con epilepsia.
El Buró, fundado en 1963, es paralelo a la Liga Internacional contra la Epilepsia fundada en 1909, asociación médica a la cual la doctora pertenece. Ambos organismos organizan congresos internacionales cada dos años.
“La Liga Internacional trabaja cuestiones médicas y el Buró los aspectos psicosociales de las personas con epilepsia. La cuestión es que a las personas con epilepsia hay que darles un tratamiento integral, no nada más saber cuántas crisis tuvo y cuántas pastillas está tomando, sino cómo ha cambiado su vida a partir de que tiene epilepsia, y eso es realmente muy complicado. Al informar a la gente, vemos que enfrentan mejor su enfermedad y se cuidan mucho”.
El IBE tiene gran importancia en Latinoamérica, y tanto la ILAE como el Buró se dividen en regiones en el mundo. Desde el año 2000, existe la región latinoamericana y fue la primera ocasión que se organizó un congreso en Latinoamérica en Santiago de Chile.
“Allí nos empezamos a organizar los que teníamos representatividad en cada país y formamos un Comité Regional, del que fui presidenta de 2005 a 2013. Trabajamos para que nuestros congresos tengan a la par información de los aspectos psicosociales como se tiene de los aspectos médicos. Llevamos nueve congresos latinoamericanos y haremos el décimo en septiembre de este año”.
México fue sede de dos congresos latinoamericanos, en 2004 y en 2016. La doctora continúa trabajando proyectos en conjunto y publicaciones con neurólogos de otros países latinoamericanos para enaltecer a México a nivel internacional.
Acerca de la distinción
El Premio de Embajador de la Epilepsia es un reconocimiento otorgado cada dos años en los congresos internacionales de epilepsia. Es determinado por una votación del comité ejecutivo de la ILAE y el IBE, donde están representadas todas las regiones.
“Tanto la ILAE como el IBE tienen un presidente, un secretario, un tesorero, un presidente ejecutivo y vicepresidentes por cada una de las siete regiones en el mundo. Yo fui vicepresidenta por Latinoamérica por siete años en el Comité Ejecutivo del Buró, hasta el año pasado que terminó mi periodo”.
Las dos asociaciones tienen reuniones conjuntas para dar los reconocimientos a la trayectoria de una vida, trayectoria de aspecto social y el de embajador.
Las organizaciones de los países, tanto de la ILAE como del IBE, pueden postular un candidato y el requisito primordial es tener trabajo social o médico internacionales a favor de las personas con epilepsia. La doctora Lilia Núñez fue postulada por su grupo y elegida por su trayectoria.
“El trabajo con mi grupo me ha dado muchísimas cosas gratificantes, pues la gente es muy agradecida y nos demuestra mucho cariño y reconocimiento. Un agradecimiento no tiene precio. Haber recibido el Premio Embajador de la Epilepsia fue para mí algo muy especial, es un importante reconocimiento, producto del trabajo que inició con este grupo”, concluyó.