La privación voluntaria del sueño en pacientes con diabetes tipo 2 altera la actividad eléctrica del cerebro y ello podría sumar al desarrollo de trastornos de
tipo mental —neurodegeneraciones— en el largo plazo, reveló un estudio realizado a través de un modelo animal y que se llevó a cabo en paralelo a nivel clínico.
El doctor Ignacio Ramírez Salado, jefe del Laboratorio de Cronobiología y Sueño del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, responsable del estudio —clínico y animal—, identificó que la falta de procesos adecuados de sueño modifican el proceso hipoglucémico —descenso normal y extremo de los niveles glucémicos que ocurre durante la noche, entre 3 y 4 de la mañana— y que esto a su vez disminuye la actividad eléctrica a nivel cerebral.
El doctor, quien también es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), dijo que la literatura científica reporta que los pacientes con diabetes —sobre todo aquellos con el tipo 2— tienen alargado su periodo de sueño, es decir, tienen muy buenas proporciones de sueño ya que duermen entre siete y ocho horas por día.
“También se ha descrito una disminución del sueño en ondas lentas —fases 1 y 2— y aunque no hay información suficiente que describa lo que ocurre con la fase 3, se tiene la hipótesis de que está aumentada en los pacientes diabéticos. En torno a ese conocimiento nos propusimos realizar un análisis de bioseñales eléctricas —espectro de potencia— en el sistema nervioso central”.
A través de ese análisis documentó que aun cuando la enfermedad no está asociada a procesos de insomnio, aquellos pacientes que realizan una privación voluntaria del sueño experimentan un proceso de enlentecimiento del electroencefalograma, es decir, husos de bajo voltaje durante la fase 2 de sueño (fenómeno característico de la demencia tipo Alzheimer) y ritmo alfa lento y de alto voltaje durante periodos de vigilia con ojos cerrados.
“Esas variaciones de voltaje podrían alterar algunas estructuras del sistema límbico como el hipocampo —asociado a la memoria—, provocando que presenten patrones electrográficos deficientes. Esto es algo que ya comenzó a describirse en la literatura internacional como diabetes tipo 3, es decir, una etapa de neurodegeneración como consecuencia de la diabetes tipo 2, en particular de las hipoglucemias nocturnas”.
¿Cómo llegaron a esas conclusiones?
El primer paso, dado hace un año que arrancó el proyecto, fue conformar un grupo de pacientes con diabetes tipo 2 de entre 40 y 70 años de edad; ese grupo fue subdividido de acuerdo con el tiempo que los pacientes sumaban con diabetes —periodos de 10 años— y la información que se obtuvo de sus espectros de potencia se contrastó con la del grupo control, es decir, pacientes sin diabetes.
“Para el caso del grupo control, se realizaron pruebas de glucómetro convencional la noche de registro y se reforzaron con pruebas de hemoglobina glicosilada para asegurarnos de que no tuvieran prediabetes o incluso diabetes no diagnosticada”.
El investigador detalló que para obtener las mediciones del espectro de potencia, a los pacientes se les cita entre 8 y 9 de la noche y se registran ocho horas de su sueño, es decir, duermen en el instituto en condición de laboratorio.
“Durante la noche, posterior a las pruebas de glucosa en sangre, a los pacientes se les coloca una serie de electrodos superficiales en la cabeza que registran su actividad eléctrica a nivel cerebral, la cual es analizada posteriormente para determinar el espectro de potencia. A la par de ese proceso, se mide durante la noche y una vez más al amanecer el nivel de azúcar en la sangre”.
El protocolo suma un año de trabajo porque se pensó para 40 pacientes con diabetes y 40 pacientes control —en ambos casos con un balance de género de 50 por ciento— y al momento se han registrado 20 pacientes, por lo que los resultados reportados aún son preliminares, incluso se encuentran en etapa de producción de un artículo científico con ellos.
En paralelo, se está corriendo el mismo estudio con un modelo animal —ratas— al que se le generó la diabetes tipo 2 a partir de una lesión en el páncreas para que deje de producir insulina. En ese estudio han documentado también patrones eléctricos muy desfavorables que los pudieran llevar a la neurodegeneración del hipocampo, afectando sus procesos de memoria y aprendizaje.
“De manera indirecta, en animales estamos observado cómo los valores altos de azúcar en sangre producen alteraciones de la actividad eléctrica en el hipocampo. En este caso, los valores de azúcar son muy altos, tenemos registros desde los 280 hasta 400, y este dato es relevante porque nos permite reforzar la hipótesis de que lo mismo puede estar ocurriendo con los humanos aun cuando no tengamos esos valores de glucosa”.