Ciudad de México, 20 de enero 2021, - México registró en el inicio del año su mayor nivel de pacientes diarios diagnosticados y hospitalizados por la enfermedad del nuevo
coronavirus (COVID-19), en momentos en que el gobierno comenzó la aplicación de las primeras vacunas como parte de la estrategia para combatir el virus.
La pandemia en México no ha disminuido desde que se registró el primer caso hace más de 10 meses, al tener tres máximos en el número de contagios reportados en un solo día, el primero de ellos el 23 de junio, con 6 mil 288 casos.
El 5 octubre, el reporte diario mencionó 28 mil 115 nuevos contagios, pero esa cifra se debió a un ajuste de la metodología para registrar casos, de acuerdo con las autoridades de salud.
La cifra más alta de casos confirmados por día llegó el pasado 15 de enero, cuando las autoridades sanitarias informaron de 21 mil 366 contagios registrados en 24 horas tras varias jornadas con aumentos en el número de casos diarios.
Las autoridades de México vieron este nuevo repunte como una segunda ola de contagios, como ocurrió en otros países a partir del otoño, en tanto que algunos epidemiólogos consideraron que el país se mantiene en la primera ola, y lo atribuyeron a la política sanitaria utilizada para combatir la pandemia.
Los expertos insistieron en que la estrategia mexicana ha sido poco efectiva para prevenir y contener desde marzo pasado la pandemia en el país, que supera los 1,6 millones de casos confirmados y casi 143 mil muertes, tras alcanzar el martes la cifra récord de Mil 584 muertos en un día.
El alergólogo, infectólogo y autor del libro "El médico de primer contacto frente a la pandemia de COVID-19", Gerardo López Pérez, dijo hace unos días a Xinhua que la intensificación de medidas de aislamiento, la sana distancia y el uso de mascarilla en toda la población son indispensables. "No se hizo desde un principio, a pesar de las diversas recomendaciones para disminuir los contagios masivos", afirmó López Pérez.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la COVID-19 se perfila para convertirse en la segunda causa de muerte en México, después de las enfermedades del corazón y al superar a la diabetes, que en 2019 causó el deceso de más de 104 mil mexicanos.
Las autoridades confirmaron el 28 de febrero del año pasado el primer paciente diagnosticado con la COVID-19 en México, un hombre de 35 años que viajó a Italia, cuando el país europeo enfrentaba su primer brote.
El gobierno implementó entonces una estrategia sanitaria para mitigar o tratar de reducir el impacto de la enfermedad, al apostar principalmente al confinamiento voluntario de la población: no obstante, a finales de marzo ordenó el cierre de toda actividad económica no esencial, medida que se prolongó hasta junio.
El confinamiento ayudó en su momento a enfrentar la problemática, pero con la reapertura gradual se registró un repunte de contagios que avanzó en octubre pasado.
Con la temporada navideña, se relajaron las medidas de prevención en numerosas localidades, lo que causó un aumento de 2,1 por ciento en la tasa de defunciones para el 1 de enero, según el investigador y académico de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana, Alfredo Sandoval.
Para las autoridades sanitarias del país, la ocupación hospitalaria es un indicador de riesgo epidémico que, desde marzo del año pasado, permaneció controlada a pesar de los picos de junio y octubre, e incluso en noviembre afirmaban que estaba a la baja; sin embargo, a finales de diciembre la situación cambió.
La Ciudad de México, junto al colindante estado de México, permanecen desde diciembre en una segunda alerta máxima de semáforo epidemiológico por la COVID-19, al mantener en su conjunto altos niveles de contagio y más de 10.000 camas ocupadas.
La capital del país, según datos oficiales, mantenía una ocupación hospitalaria en promedio diario de entre 88 y 90 por ciento, además de acumular hasta este miércoles casi 417 mil contagios, ante lo cual las autoridades locales arrancaron un nuevo plan que incluye acondicionar más de medio millar de camas para evitar el colapso hospitalario.
De acuerdo con las más recientes cifras oficiales, en la Ciudad de México son atendidos en sus casas un promedio de 6.000 pacientes con síntomas leves, a quienes se les entregó un paquete con oxímetro, termómetro, y baumanómetro, tras un chequeo de comprobación.
La detección de infectados ha sido en gran parte por el aumento de pruebas rápidas gratuitas, llevadas a cabo en 200 puntos de la capital.
Las largas filas en los sitios donde se realizan las pruebas, hacen que otra parte de la población con síntomas opten por atenderse con médicos particulares, incluidos casos de personas con problemas para respirar que requieren de oxígeno y monitor, dos insumos con alta demanda.
Martín, un habitante en el este de la capital, contó a Xinhua que enfrentó un calvario para conseguir oxígeno para su hermano enfermo, pues no encontraba tanques disponibles ni a precios razonables.
El hombre recibió apoyo de las autoridades de la alcaldía donde reside, pero aseguró que la alta demanda dificulta que las personas logren recargar de manera gratuita los cilindros en los pocos centros de distribución habilitados.
Pese al alto riesgo de contagio en la ciudad y el regreso de la alerta máxima de la COVID-19, el gobierno local dio el banderazo al programa "Reactivar Sin Arriesgar" el pasado 15 de enero, con el fin de reavivar la economía del golpeado sector de los restaurantes.
Bajo este programa, los restaurantes pueden recibir comensales en áreas al aire libre y reabrir en la modalidad para llevar.
Mientras la pandemia recobra fuerza en México, las autoridades dicen estar en alerta a través del sistema de vigilancia epidemiológica y la detección de nuevas variantes del virus, al tiempo de apostar a reducir 80 por ciento la mortandad con el arranque de la vacunación.
El país comenzó en diciembre pasado la aplicación de vacunas de la farmacéutica estadounidense Pfizer y su socio alemán BioNTech a personal sanitario que combate la COVID-19, y prevé después vacunar a personas de la tercera edad.
A la fecha, México tiene suscritos convenios con laboratorios privados de diversos países por 1.659 millones de dólares, con la finalidad de vacunar de manera gratuita y universal a la población mexicana.