Obstáculos laborales podrían hacer cambiar de opinión a los no vacunados

EEUU, 17 de agosto 2021.- Ante el avance de la variante delta, un número creciente de empleadores se está cansando de limitarse a persuadir a los trabajadores para que se vacunen y está siguiendo el protocolo del presidente Joe Biden para los trabajadores federales: o bien muestran una prueba de vacunación, o se ponen una mascarilla y se someten a pruebas periódicas si quieren trabajar en el lugar.

El gobierno federal, el mayor empleador del país, exigirá a los empleados no vacunados que usen mascarillas mientras trabajan y se sometan a pruebas periódicas, además de tomar otras precauciones, como mantener la distancia física con los compañeros de trabajo y restringir los viajes de trabajo. Varios estados, entre ellos Hawai, California, Maryland, Virginia y Washington, también dicen que los trabajadores estatales no vacunados deben someterse a pruebas periódicas.

El miércoles, el gobernador de California, Gavin Newsom, amplió este mandato a los profesores y a todos los empleados escolares, siendo el primer estado en hacerlo.

Estos programas, con su alternativa de pruebas, difieren de los mandatos directos de vacunación, como exigen algunas organizaciones sanitarias, entre ellas el personal sanitario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, los hospitales y el ejército de Estados Unidos.

Los empleadores, temiendo una reacción adversa, enmarcan la política como una opción, y consideran que ambas partes de la ecuación son eficaces para reducir la propagación del covid-19. ¿Creen los expertos en salud pública que este enfoque será útil?

Todos coinciden en que la mejor solución es la vacunación universal. A falta de eso, muchos afirmaron que las medidas adoptadas por los empleadores añadirán una capa de protección, aunque queda por ver en qué medida.

Los resultados de las pruebas son "realmente solo una visión parcial en el tiempo", dijo la Dra. Gigi Kwik Gronvall, profesora asociada de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. Ni siquiera las pruebas diarias, como era la norma en la Casa Blanca de Trump, sin otras medidas como el uso de mascarillas, evitaron que el personal enfermara el pasado otoño.

 

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