ESPAÑA, 29 diciembre 2021.- En 2020 se diagnosticaron 313.959 casos de esta enfermedad en el mundo y 207.252 fallecieron. La elevada mortalidad se debe
fundamentalmente al diagnóstico tardío. Un nuevo estudio permite predecir con muchos años de antelación qué mujeres con la mutación BRCA-1 desarrollará este tipo de tumor.
El cáncer de ovario no es el tipo de tumor más frecuente en las mujeres, pero sí causa más muertes que otros cánceres del sistema reproductivo femenino. Cuanto antes es tratado, mejores son las probabilidades de recuperación. Sin embargo, es difícil detectarlo de forma temprana ya que los síntomas normalmente aparecen cuando la enfermedad está ya muy avanzada. Además, no existe hasta el momento un método eficaz de diagnóstico precoz.
Según los datos de la Asociación Española contra el Cáncer, en 2020 se diagnosticaron 313.959 casos nuevos en el mundo (3.543 casos nuevos en nuestro país) y 207.252 mujeres fallecieron a causa de esta enfermedad (1.993 en España).
Ahora, un equipo de expertos del Centro Médico Cedars-Sinaí (Los Angeles, EE UU) ha revelado los orígenes de este tipo de cáncer mediante la creación de modelos de tejidos de las trompas de Falopio, lo que les ha permitido caracterizar cómo una mutación genética en el gen BRCA-1 pone a las mujeres en alto riesgo de padecer este cáncer.
Los tejidos creados, conocidos como organoides, tienen el potencial de predecir qué individuos desarrollarán cáncer de ovario con años, e incluso décadas, de antelación. Para los especialistas, esto permitiría el desarrollo de estrategias de detección temprana y prevención.
“Este estudio tiene el potencial de dar a las mujeres la capacidad de predecir cuándo puede aparecer su cáncer de ovario, su gravedad y qué fármacos pueden tratarlo”, explica a SINC Clive Svendsen, uno de los autores del estudio publicado en Cell Reports y director ejecutivo del Instituto de Medicina Regenerativa en el centro californiano.
“Los resultados nos dan una mejor idea sobre cuándo puede producirse el cáncer, lo que a su vez puede llevar a cambiar las decisiones críticas sobre cuándo realizar una ovariectomía”, añade. “Como tenemos el cáncer de la mujer en el plato, podemos probar alternativas de medicamentos antes de dárselos a la paciente”.
¿Y cómo puede impactar este hallazgo en la prevención del cáncer de ovario? “Este modelo permite a los científicos reproducir su progresión, desde el tejido normal hasta su formación. Si se comprende mejor este paso, será posible diseñar nuevos fármacos para intervenir antes de que el tumor se ponga en marcha. Incluso estos podrían administrarse durante toda la vida para evitarlo”, afirma Svendsen.
Basándose en la misma tecnología, los investigadores también trabajan en la creación de organoides de mama para predecir la gravedad y la aparición de este tumor en mujeres con mutaciones en el gen BRCA1.
Una ayuda para los oncólogos
De acuerdo con los datos de la Sociedad Americana del Cáncer, mientras que el riesgo de desarrollar cáncer de ovario a lo largo de la vida es inferior al 2 % para la población femenina en general, el riesgo estimado para las portadoras de una mutación en el gen BRCA-1 es de entre el 35 y el 70 %.
Ante esta posibilidad, algunas mujeres con mutaciones en el gen BRCA-1 optan por la extirpación quirúrgica de las mamas o de los ovarios y las trompas de Falopio, aunque es posible que nunca llegaran a desarrollar tumores en estos tejidos.
De esta forma, los resultados del nuevo estudio podrían ayudar a los médicos a determinar cuáles de estas mujeres tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de ovario en el futuro y buscar nuevas formas de bloquear el proceso o tratar el cáncer.
“Nuestros datos respaldan investigaciones recientes que muestran cómo el tumor comienza realmente con lesiones cancerosas en el revestimiento de las trompas de Falopio. Si podemos detectar estas anormalidades al principio, es posible que podamos ‘cortocircuitar’ el cáncer de ovario”, indica Svendsen.
Estrategias eficaces e individualizadas
Para realizar sus descubrimientos, el equipo generó células madre pluripotentes inducidas (IPSC), que pueden producir cualquier tipo de célula. Empezaron con muestras de sangre tomadas de dos grupos de mujeres: pacientes jóvenes con cáncer de ovario que tenían la mutación BRCA-1 y un grupo de control de mujeres sanas. A continuación, los investigadores utilizaron las iPSC para producir organoides que modelaran el revestimiento de las trompas de Falopio y compararon ambos grupos.
“Nos sorprendió encontrar múltiples patologías celulares consistentes con el desarrollo del cáncer solo en los organoides de las pacientes con BRCA-1”, apunta Nur Yucer, primera autora del estudio de Cell Reports. “Los organoides derivados de las mujeres con el cáncer de ovario más agresivo mostraron la patología organoide más grave”.
Para Jeffrey Golden, director del Instituto de Investigación Burns y Allen en el Cedars-Sinaí, este estudio representa un uso apasionante de las IPSC. “Basarnos en él puede permitirnos algún día ofrecer una detección temprana del cáncer de ovario que salve la vida de las mujeres portadoras de la mutación BRCA-1 y crear estrategias eficaces e individualizadas de prevención y, en caso necesario, de tratamiento”, concluye.