Aspirina: un fármaco con doble filo

• Es un antiinflamatorio, analgésico y antipirético

• También un antiagregante plaquetario que ayuda a prevenir trombosis en pacientes con riesgo cardiovascular
• Su abuso puede causar inflamación e irritación gástrica
• Reduce el moco protector en el estómago
• Se asocia al riesgo de erosión, perforación y sangrado gastrointestinal
• La tasa de mortalidad vinculada al sangrado gastrointestinal por antiinflamatorios no esteroideos se estima en 13 por ciento

La aspirina… ¡ah qué buena (pero también mala) medicina! Como todo fármaco, su abuso puede ser mortal. A ciertas dosis, por ejemplo, ayuda a prevenir una trombosis, pero su uso recurrente implica peligros.

Desde hace poco más de 100 años, la usamos para el dolor de cabeza y de otras partes del cuerpo, dice el doctor Omar Carrasco, jefe del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Pero la utilización del ácido salicílico (materia prima de la aspirina), es anterior. Hace unos 2,500 años, la corteza del sauce blanco, era conocida en el antiguo Egipto y en los pueblos de Mesopotamia por sus propiedades curativas.

La palabra salicílico viene del latín salix (‘sauce’) y del griego hyle (‘madera’). Su uso aparece registrado en textos hipocráticos y americanos.

-Cronología-

En 1828, Johann Buchner identificó el principio activo de la corteza del sauce blanco: la salicina, precursor del ácido salicílico.
En 1897, buscando un antirreumático, el joven científico Felix Hoffmann obtuvo una versión sintética del ácido acetilsalicílico.
En 1899, la farmacéutica alemana Bayer registró el ácido acetilsalicílico con el nombre de Aspirina.
Ahora la aspirina (el primer antiinflamatorio no esteroide) es el medicamento más consumido en el mundo. Se utiliza como antiinflamatorio, analgésico, antipirético (combate la fiebre) y antiagregante plaquetario.
Aspirina y dolor de cabeza

El ácido acetilsalicílico interfiere con la ciclooxigenasa (COX), enzima que convierte al ácido araquidónico en mediadores inflamatorios llamados prostaglandinas.

Presente en el organismo, la ciclooxigenasa aumenta su expresión en procesos inflamatorios. Pero, si con el ácido acetilsalicílico inhibimos esta encima, no habrá mediadores inflamatorios y se promueve que la inflamación no produzca dolor.

-Eficaz contra los trombos-

La aspirina tiene “otro nicho terapéutico”. En algunos pacientes con riesgo cardiovascular (quienes sufrieron un infarto o tienen alguna válvula), se usa para prevenir que las plaquetas se activen (juntas y activas causan trombos).

Normalmente, en el tratamiento analgésico y antipirético se recomiendan 500 miligramos de aspirina. A pacientes con alto riesgo de trombosis se les recetan aspirinas “a dosis bajitas” (100 miligramos).

-Aspirina y padecimientos gástricos-

Las prostaglandinas tienen funciones múltiples. Entre otras:

Propician el proceso inflamatorio.
Median la síntesis del moco protector en el estómago.
Tomar muchos analgésicos y antiinflamatorios puede causar gastritis, ya que si inhibimos con aspirina las prostaglandinas, será menor la capa protectora de moco en el estómago.

 

Además de inflamación, irritación gástrica, reducción del moco estomacal, erosión, perforación y sangrado gastrointestinal, el uso continuo de antiinflamatorios puede causar problemas renales e incluso insuficiencia renal crónica.

La tasa de mortalidad vinculada al sangrado gastrointestinal por antiinflamatorios no esteroideos (como la aspirina) se estima en 13 por ciento.

-Recomendación-

Aunque está al alcance de todos (no requiere receta), hay que tomar la aspirina bajo recomendación de un médico, subraya el doctor Carrasco.

Es un medicamento eficaz bajo supervisión de especialistas, pero —advierte— también riesgoso por la automedicación y por su uso recurrente.

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