España, 14 de noviembre 2023--Un estudio cifra en un 12 % la población infantil que es adicta a los productos
ultraprocesados, una cifra “sin precedentes” que ha hecho que los autores del documento reclamen nuevas medidas para frenar su consumo, como un etiquetado más claro o establecer impuestos adicionales.
El estudio, publicado en la revista The British Medical Journal y en el que han participado investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), recopila el conocimiento actual sobre el poder adictivo de los productos ultraprocesados y las implicaciones que puede tener a nivel clínico y social en la infancia y la edad adulta.
Los ultraprocesados, indica el trabajo, son productos industriales que contienen ingredientes no disponibles en la cocina de casa y suelen ser ricos en carbohidratos refinados y grasas, dos componentes que inducen la misma liberación de dopamina en el cerebro que la nicotina o el etanol, informa el IDIBELL.
De ahí que la adicción a estos alimentos siga los mismos mecanismos fisiológicos que los del tabaco o el alcohol.
Según la investigación, el 12 % de la infancia es adicta a est tipo de comida y el 14 % de los adultos, también.
Tratar la adicción desde otro prisma
Los investigadores subrayan que el caso de la adicción a los ultraprocesados es “especialmente sensible, puesto que hay cuestiones de justicia social únicas”. Así, señalan que el consumo de drogas adictivas se pueden tratar de cierta manera ya que éstas no son necesarias para la supervivencia, sin embargo, la comida sí.
“Por tanto, su adicción debe ser tratada desde otro prisma”, subrayan los investigadores.
Una de las autoras del estudio, la jefa de la Unidad de Psicología Clínica del HUB e investigadora del IDIBELL, Susana Jiménez, explica que el consumo de productos como la bollería industrial o las comidas preparadas activa circuitos neuronales de recompensa de manera similar a como lo hacen otras sustancias.
Esto implica, según la investigadora, “el desarrollo de comportamientos impulsivos, la desregulación de las emociones, una salud física-mental deficiente y una calidad de vida más baja”.
::: Hidratos de carbono y grasas :::
El artículo publicado indica que si bien los alimentos naturales o mínimamente procesados suelen contener hidratos de carbono o grasas, rara vez contienen ambos.
Así, señala como ejemplos que 100 gramos de manzana tienen 55 kilocalorías (Kcal) de hidratos de carbono y 1,5 Kcal de grasas y 100 gramos de salmón tienen cero de hidratos de carbono y 73, de grasas.
Sin embargo, muchos productos ultraprocesados “contienen niveles mucho más altos de hidratos de carbono y grasas en proporciones más iguales” como, por ejemplo, 100 gramos de una tableta de chocolate 237 kcal de hidratos y 266 kcal, de grasas.
Y la velocidad a la que estos alimentos hacen llegar los hidratos y las grasas al intestino “también puede ser importante para su potencial adictivo”, según el documento.
::: Cómo saber si son adictivos :::
Para establecer si un alimento es adictivo, se utilizan criterios tales como la falta de control en su consumo o el uso continuado a pesar de las consecuencias negativas que implican.
En este sentido, los investigadores aseguran que no puede explicarse el poder adictivo de los alimentos ultraprocesados por un solo componente individual, ya que hasta ahora no se ha encontrado uno concreto que los convierta en adictivos, como podría ser la nicotina en el caso del tabaco.
El estudio señala que la matriz de los alimentos está alterada en los ultraprocesados, lo que hace que sean más fáciles y rápidos de consumir, que tengan una mayor biodisponibilidad y que potencialmente puedan afectar al cerebro más rápidamente.
Mientras que está intacta en los alimentos mínimamente procesados lo que ralentiza su velocidad de consumo y reduce la biodisponibilidad.
“Creemos que es la combinación de muchos componentes lo que genera su consumo sin control. Estudiar cómo la combinación de diferentes ingredientes y aditivos, unido con varios formatos y presentaciones, incrementan el potencial adictivo de los alimentos ultraprocesados, es un campo de investigación con mucho futuro”, asegura otro de los autores del estudio, el coordinador de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del HUB e investigador del IDIBELL, Fernando Fernández Aranda.
El estudio recalca que los aditivos también pueden contribuir a la adictividad de los productos ultraprocesados, como los aromatizantes que aumentan el sabor dulce y salado, así como los texturizantes que mejoran la sensación en boca.
De hecho, los aditivos que buscan mejorar el sabor y la sensación, prosigue el documento, también son habituales en los cigarrillos, como el azúcar, el cacao, el mentol y la sal alcalina.
::: ¿Hay solución? :::
Para reducir el impacto social y en la salud de estos productos, los autores subrayan, primero, que hay factores que fomentan su consumo: su bajo precio que hace que lo adquieran poblaciones más desfavorecidas y el difícil acceso a alimentos frescos seguros en determinadas zonas.
Por eso, los expertos proponen aplicar medidas para incrementar la accesibilidad a los alimentos mínimamente procesados y que éstos sean más asequibles.
Entre ellas se encuentran el aplicar tasas o limitar el marketing de los ultraprocesados, pero en paralelo, sugieren que haya nuevas normas para etiquetarlos como adictivos.
Para Fernández Aranda, otra de las medidas claves sería elaborar guías clínicas para el tratamiento, gestión y prevención de la adición a este tipo de alimentos.