Reivindican la importancia de la pausa para proteger la salud mental

Ciudad de México, México, 12 de noviembre de 2025 ::: Un reportaje reivindica la importancia de la pausa

en la jornada laboral para proteger la salud mental. Si llevas una hora sentado en tu lugar de trabajo y tienes la mirada clavada en la pantalla, es vital hacer una pausa de unos minutos para desconectar y realizar actividad física.

 EFE Salud se ha puesto en contacto con la presidenta de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP), Alma Martínez de Salazar, para hablar de por qué es necesario parar, por qué no puedes estar todo el día a merced del estrés. Una serie de tareas sencillas, muy sencillas incluso, ayudan a la recuperación en medio de “un ritmo de vida acelerado”.
“Los cambios sociales y los cambios tecnológicos van muy deprisa y nos obligan a seguir ese ritmo”. Los ratitos de desconexión parecen imposibles, pero no lo son. Martínez da una razón contundente: “La pausa aporta vida”.

::: 90 minutos haciendo algo… Momento de parar

Somos organismos vivos, y por tanto, nos cansamos, nos desgastamos. Parar un ratito favorece la recuperación. Si después de hacer deporte, te das un respiro, ¿por qué no también en plena rutina laboral o en plena rutina personal? 
Martínez recuerda que “cuerpo y mente van juntos”. “El cuerpo y las estructuras cerebrales y fisiológicas sufren desgaste por el cansancio, y por supuesto, nuestra psique, nuestra vida emocional, sufren también”, añade.
El desgaste en el plano cerebral y cognitivo, según las explicaciones de la experta, comienza a hacerse notorio después de 90 minutos con la atención volcada en una tarea concreta. “A partir de ese momento –dice–, baja el nivel de atención y concentración, por lo que aumenta la probabilidad de cometer errores”.
No sólo: “Aumentan los niveles de cortisol, y entonces tenemos una mayor sensación de estrés”. Este umbral hay que tenerlo en cuenta porque nos encontramos ante “los primeros aspectos emocionales del cansancio”, que son “más tensión e irritabilidad”.

::: Parar el bucle

El riesgo de bucle peligroso sube porque más tensión y más irascibilidad generan “problemas para retener nueva información, para recordar planes de futuro, para planificar”, asegura Martínez. La toma de decisiones, la organización del pensamiento, en consecuencia, se tambalean. 
La cadena sigue, en una especie de descenso rumbo al colapso. Si alguien padece altos niveles de estrés y su carácter está cayendo hacia el nerviosismo y la ira, la comunicación con las personas de al lado se resiente. “No encontramos las palabras adecuadas”, las ideas se enredan, y es más fácil que una conversación que debería ser pausada y productiva se convierta en “una discusión”, apunta la psicóloga.
La ansiedad, llegados a este punto, llama a la puerta.: más riesgo de errores o equivocaciones, más riesgo de que la sensación sea de fracaso. Como en “un racimo”, aparecen “las emociones negativas”, y más adelante, si no se frena la tendencia, “somatizaciones” como dolores de cabeza, dolores musculares o dolores de estómago. El cansancio mental ha explotado.

::: Consejos para pausas sencillas

Mejor no llegar hasta aquí, ¿verdad? Hay formas de evitarlo, formas muy sencillas y básicas, según la psicóloga Alma Martínez, presidenta de la AEPCP.
• Cuidar la alimentación.
• Cuidar el sueño “apagando teles y móviles a hora razonable para luego dormir entre 7 y 8 horas diarias si somos adultos; más en el caso de los niños/as”.
• “Movernos más, andar”
• Hacer “pausas activas en el trabajo”, como por ejemplo “levantarse cada hora”, y sobre todo, desconectar de la tarea laboral.
• Intentar organizar “horarios que permitan conciliar” e incluir márgenes para el ocio.
• Dar prioridad a las “relaciones personales”, a hablar, compartir, contar…
En definitiva, reitera la experta: “Podemos ir haciendo pequeños cambios en el día a día que incorporen unos hábitos mínimamente saludables, y así, hacer un descanso y tomarnos un tiempo”.

::: Sobre el estrés en la infancia

Martínez, que está especializada en infancia y adolescencia, pone el acento en el cuidado del tiempo de los menores. Pide a padres y madres que den ejemplo. 
Reclama, sobre todo, que no se saturen las agendas de los hijos e hijas. Tras acabar las clases, no es necesario que cada día de la semana vayan a actividades extraescolares. Luego, encima, los deberes… ¿Y cuándo juegan?
Ocurre que sus jornadas pueden llegar a ser “más largas que la de los adultos”, de modo que cuando son las ocho de la tarde, el agotamiento es su estado. “¿Y cómo el menor no va a estar irritable, follonero?”, pregunta la psicóloga antes de incidir en la relevancia del juego, “fundamental para el desarrollo psicológico, emocional y social de los niños”.
Reflexiona sobre un paisaje habitual actualmente: parques sin niños y niñas jugando, zonas al aire libre o instalaciones deportivas sin su presencia.

::: Y una advertencia sobre el estrés en la sociedad

Cada vez más personalidades conocidas, sobre todo en los ámbitos de las artes, anuncian que paran, que no más conciertos o giras, que no más rodajes. Que quieren cuidarse.
Y eso está bien, claro, pero apunta Martínez una reflexión: “Está muy bien, pero no es lo más importante. Lo más importante es que hay un mensaje de fondo que dice 'estoy tan agotado/a que ni siquiera un trabajo gratificante como cantar lo puedo soportar’. Así que es importante hacerse esta pregunta: ¿Qué sociedad estamos creando para que una persona, un cantante por ejemplo, llegue a eso?”.
Corolario: “Deberíamos buscar una sociedad con niveles de bienestar satisfactorios, y hay que afrontar lo inevitable, claro, porque tampoco podemos asumir que la sociedad sea 'irrealista’. El malestar existe y forma parte de la condición humana”.

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