La inteligencia va más allá de ser bueno en matemáticas, la capacidad para comprender nuestras emociones y llevarlas para guiar nuestra conducta, pensamientos y manejar de manera adecuada las relaciones sociales, es muy importante para la vida y se le llama inteligencia emocional, señaló Ruth Méndez Hernández, de la Dirección General de Orientación y Servicios Educativos de la UNAM.
En el marco de la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, la psicóloga señaló que la inteligencia emocional se compone de cinco importantes factores: el autoconocimiento, este es la base fundamental para todo, ya que el individuo necesita reconocerse y aceptarse.
La automotivación es el segundo componente de este proceso, señala la necesidad de que las personas piensen positivamente, ya que este será el empuje para lograr ser inteligentes emocionalmente. Por otra parte, se encuentra la llamada empatía, Méndez Hernández dice de forma sencilla: “ponerme en los zapatos del otro, sin olvidar que soy otra persona”, entender a los demás, pero no llegar al extremo de vivir para satisfacer a los demás.
El equilibrio entre la emotividad y la razón es llamada autoregulación, como su nombre lo indica funciona para regular emociones como alegría o tristeza para no tomar actitudes que puedan dañar la interacción con otras personas.
Por último, pero no menos importante se encuentran las denominadas habilidades sociales, estas apoyan a inducir en los otros las respuestas deseadas, son de suma importancia para fortalecer relaciones sanas y profundas.
La psicóloga universitaria, apoyada en el libro de Daniel Goleman “Inteligencia emocional”, asegura que dicha capacidad se aprende con la práctica y permite al individuo, entre otras cosas: tomar consciencia de las emociones, comprender los sentimientos de los demás, mejorar la capacidad de trabajar en equipo, fortalecer relaciones sociales positivas, así como tolerar presiones y frustraciones.
El resultado de practicar la inteligencia emocional es reflejado en personas más solidarias, equilibradas, cuidadosas, adaptables, responsables, con facilidad de comunicación y alegres; además de ser fundamental para el crecimiento personal por la mejora que hay en las relaciones sociales, el desarrollo y el bienestar personal.
Méndez Hernández finalizó su ponencia diciendo que la capacidad mencionada, lleva a la meta fundamental del ser humano que es la felicidad.