Descartan que delirium sea desencadenado por el envejecimiento

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El geriatra del Hospital General de Zona (HGZ) No. 89 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Héctor Genis Zárate, aclaró que el delirium no es parte del envejecimiento, ya que pueden desencadenarlo otros factores.

El especialista indicó que las incoherencias y frases repetitivas son dos de los aspectos más representativos del delirium trastorno frecuente entre la población de adultos mayores que de hecho, se ubica entre el 10 y el 30 por ciento como motivo de atención de urgencias en este grupo de edad.

Sin embargo, advirtió que aunque muchos creen que es parte del proceso de envejecimiento, pudo desencadenarlo desde la ingesta de cierto tipo de fármacos hasta problemas metabólicos, infecciones, accidentes cerebro-vasculares (como embolias o derrames), sin omitir insuficiencia cardiaca y tumores, entre otros.

Afirmó que los rangos más altos de estados confusionales ocurren en pacientes ancianos hospitalizados y dijo que enfermedades crónico-degenerativas, como diabetes e hipertensión, junto a afecciones pulmonares, infecciosas y oncológicas, “forman parte de la constelación de factores predisponentes a desarrollar delirium”.

Detalló que el delirium no es un motivo de consulta directo, sino “el síntoma de alguna enfermedad subyacente”, como las ya referidas.

Dijo que hasta un 50 por ciento de los pacientes adultos mayores, en alguna ocasión ha presentado un episodio confusional agudo y enfatizó que en especial en los enfermos hospitalizados, el delirium constituye el trastorno neuro-conductual más frecuente.

En cuanto al tratamiento de estos casos, explicó que se inicia con medidas no farmacológicas que regularmente logran la atenuación de la sintomatología e incluyen la reorientación e intervención conductual.

Resaltó que cuando la conducta desorganizada persiste y pone en riesgo la seguridad del propio paciente y otras personas, se incluyen medicamentos.

Añadió que las medidas de manejo no farmacológicas requieren de la intervención y participación directa de los familiares, además de los cuidadores entrenados o personal de enfermería, a quienes se les adiestra en función de las características de cada paciente.

Reiteró la importancia de no pasar por alto este síntoma que puede potenciar la morbilidad e incluso la mortalidad de los ancianos afectados.

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