Cada año los padecimientos cardiovasculares (ECV) como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular, considerados enfermedades no trasmisibles (ENT), cobran la vida de 17.3 millones de personas en el mundo, de las cuales cerca de 2 millones ocurren en el continente Americano.
Aún cuando éstos se han convertido en la primera causa de muerte a nivel mundial, un buen porcentaje de ellos pueden ser prevenidos con la adopción de estilos de vida saludables, como llevar una dieta equilibrada, realizar actividad física diaria, evitar el consumo de tabaco y controlar otros factores de riesgo como sobrepeso, obesidad, colesterol, presión arterial alta y diabetes.
En el marco del Día Mundial del Stroke o Infarto cerebral, a celebrarse el 29 de octubre de este año, la Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés) destaca la importancia de reducir el impacto y la carga económica y social de las ECV, ya que frecuentemente son diagnosticadas de manera tardía debido a la ausencia de síntomas evidentes, lo que provoca complicaciones y muerte prematura, sobre todo en países de ingresos bajos y medios y en la población más vulnerable.
Para hacer frente a las enfermedades cardiovasculares las autoridades sanitarias de las Américas, entre ellas al WHF, aprobaron una estrategia global para su prevención y control, que tiene por meta reducir en 25% la mortalidad prematura antes del año 2025. Se estima que de alcanzar esta meta, fijada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se salvará la vida de por lo menos 3 millones de personas en la región.
“La OMS reconoce que debido a la transición epidemiológica y el incremento en la esperanza de vida, se estima que para el 2030 el número de muertes anuales por enfermedades cardiovasculares llegará a 25 millones, lo que supone un reto para los gobiernos, sus instituciones, la comunidad médica y otros actores clave en el desarrollo de políticas públicas encaminadas a la prevención y mejorar la cobertura para su atención, diagnóstico y tratamiento”, expresó el doctor Hermes Ilarraza Lomelí, Jefe del Departamento de Rehabilitación Cardiaca Sociedad Interamericana de Cardiología.
En este sentido, la Federación Mundial del Corazón busca reducir la mortalidad cardiovascular, por lo que lleva a cabo acciones para promover el control de factores de riesgo a través de campañas que se enfocan en la reducción del tabaquismo en adolescentes y adultos, así como en fomentar el incremento de consumo de frutas y vegetales y concientizar acerca de la atención y diagnóstico oportuno de la hipertensión arterial y colesterol elevado en adultos y adultos mayores.
Hay muchos tipos de ECV que pueden conducir a un ataque al corazón o a un evento vascular cerebral (derrame o embolia) según el lugar donde se origina y afecta: corazón, cerebro o sistema circulatorio periférico. Cabe destacar que el infarto cerebral o ictus es la segunda causa de muerte en personas mayores de 60 años, y la quinta causa principal en las personas de entre 15 y 59 años.
“La incidencia de las ECV a nivel mundial es una situación preocupante, por lo que compartimos información con los medios de comunicación a fin de que logremos generar consciencia en el público en general, advirtiendo acerca de los signos y factores de riesgo de las ECV, así como las consecuencias de éstas, proporcionando información médica que invite a la población a acudir a su médico por lo menos una vez al año. De allí que realicemos acciones en conjunto con periodistas, pacientes, instituciones del sector salud y todas la organizaciones que procuran la salud cardiovascular”, subrayó Johanna Ralston, CEO World Heart Federation.
“La meta hoy es llevar a cabo prácticas que mejoren la calidad de vida de quienes se encuentren en riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular y de este modo reducir notoriamente la incidencia de muertes causadas por ECV, sobre todo en países en vías de desarrollo, donde existe mayor vulnerabilidad”, concluyó Juan Carlos Santacruz, Director Ejecutivo de la Fundación Colombiana del Corazón.