Las denominadas bebidas energéticas –aquellas que suelen combinar la actividad estimulante de la cafeína y la taurina- alteran la función del corazón al intensificar la potencia de las contracciones. Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores alemanes de la Universidad de Bonn en un trabajo que acaban de presentar en la
Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA en sus siglas en inglés).
Para el estudio, se analizó el impacto que tenía en la función cardíaca el consumo de este producto a corto plazo. Para ello se seleccionaron 18 voluntarios sanos, 15 hombres y 3 mujeres de una edad media de 27 años y medio. Cada uno de ellos se sometió a un estudio de resonancia magnética cardíaca antes y una hora después de beber un envase de bebida energética con taurina (100 miligramos por 100 mililitros) y cafeína (32 mg. por 100 ml.).
Comparadas unas y otras imágenes, el estudio radiológico posterior muestra un “aumento significativo de los picos de tensión y mayores picos de tasas de tensión sistólica (mediciones de la contractilidad) en el ventrículo izquierdo”, el que recibe la sangre rica en oxígeno de los pulmones y la bombea a la aorta, que la reparte por todo el cuerpo. Es decir: mayor potencia en las contracciones del corazón.
¿Qué implicaciones tienen este resultado? “No sabemos exactamente cómo o si este incremento de la contractilidad del corazón tiene algún impacto en las actividades diarias o en el rendimiento deportivo”, explica el radiólogo de la unidad de imagen cardiovascular de la Universidad de Bonn Jonas Dörner, uno de los autores del estudio. En todo caso, a raíz de las conclusiones obtenidas, los investigadores lanzaron la recomendación de evitar el consumo de estas sustancias a menores o personas con problemas cardíacos como arritmias, y plantearon la necesidad de profundizar las investigaciones, no solo para entender cómo se desencadena este mecanismo en la función del corazón, sino para determinar cuánto tiempo duran los efectos de la bebida.
El trabajo no encontró diferencias significativas en otras variables, como la frecuencia cardíaca, la presión arterial o la cantidad de sangre expulsada por el ventrículo izquierdo; a pesar de que el consumo de bebidas con altas tasas de cafeína sí se asocia, al menos, con los dos primeros efectos secundarios descritos o con palpitaciones.
Para José Ramón González-Juanatey, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, no tiene demasiado sentido que junto a la contractilidad no se haya visto incrementada la frecuencia cardíaca entre las personas sometidas al estudio. "Los estimulantes analizados actúan sobre los mismos receptores cardíacos responsables tanto de la facultad contráctil como de acelerar el ritmo cardiaco, por lo que debería de ser un efecto conjunto", apunta. Además, comenta que cuanto mayor sea la potencia contráctil, mayor riesgo habrá de desarrollar una arritmia. Una posibilidad que crece, avisa, si se combina la cafeína y la taurina con el alcohol.
Estudios previos, como uno difundido el pasado mes de enero por el Gobierno de Estados Unidos, alertaba de que el número de personas que han acudido a urgencias por consumir bebidas energéticas se ha duplicado en cuatro años. "Desde 2007 hasta 2011, las visitas al médico de urgencias por esta causa aumentaron de 10.000 a 20.000 y en la mayoría de los casos los pacientes eran adolescentes y jóvenes adultos", según explica el informe elaborado por la Administración de Servicios de Salud Mental estadounidense, que no precisaba los síntomas que presentaron las personas atendidas.