El ejercicio, en especial la natación y el baile, constituyen importantes herramientas en el mejor control de la enfermedad de Parkinson, aseguró el experto en Neurología del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Francisco Javier Jiménez Gil.
“Al grado de que con su práctica periódica se logra reducir la dosis de fármacos para este tipo de pacientes”, señaló Jiménez Gil, quien es titular de la Clínica de Trastornos del Movimiento en el Hospital de Especialidades del Instituto en el estado.
Destacó que la actividad física promueve una mejor absorción del fármaco, la dopamina, con el que se trata esta enfermedad, pero además la coordinación de movimientos que implica nadar y bailar, mejora de manera sustantiva la capacidad motora de quien la padece.
Añadió que en la actualidad, el mal de Parkinson se ubica como la segunda afección neurodegenerativa, antecedida por el Alzheimer, y esto significa que quien la padece desarrolla un proceso de pérdida neuronal traducido en temblor de reposo, el cual constituye el signo clásico de la afección, al cual sigue la lentitud.
En este último punto, el experto dijo que la lentitud es especialmente evidente para el paciente cuando trata de escribir, por lo que “nota que la letra va cambiando en su caligrafía la cual se va haciendo pequeña e ininteligible conforme la enfermedad avanza”.
El otro dato pivote del Parkinson es la torpeza, “sobre todo en la manipulación de objetos los cuales se les caen con facilidad de las manos”, y también hay lentitud en el lenguaje, el cual se torna apagado, de poco volumen y grave, al grado de que no pueden darse a entender el enfermo.
A estos síntomas siguen alteraciones en la marcha y luego viene la rigidez “la gente refiere sentirse tiesa” y en muchos casos hay dolor, sobre todo en hombros y en cuello y es este último de hecho, el síntoma primero que presentan los pacientes incluso hasta con 10 años de anticipación a la aparición franca del Parkinson.
El médico indicó que si bien se trata de un proceso degenerativo, su captación en fases incipientes puede marcar diferencias sustantivas en el pronóstico, ya que “el solo hecho de empezar con terapia de reemplazo en el cerebro puede no solamente mejorar los síntomas motores sino retardar el avance de la enfermedad”.
Sobre el origen del Parkinson, el entrevistado dijo que solamente en un 10% de los casos ocurre como una consecuencia heredofamiliar, de manera que la mayoría de pacientes desarrollan el mal por una conjunción de factores tanto genéticos como ambientales.
Explicó que la exposición prolongada a tóxicos como herbicidas y pesticidas tiene un efecto facilitador en el desarrollo del Parkinson, lo mismo pasa en consumidores de drogas ilegales, en específico el cristal que “dentro de otras alteraciones a la salud, puede producir parkinsonismo o inclusive la enfermedad de Parkinson”.
Recomendó evitar este tipo de riesgos, pero a quienes noten temblor en alguna de sus extremidades al estar en reposo, o bien presentan dolor en cuello y hombros, es importante que acudan a revisión médica para determinar si se trata de fases incipientes del Parkinson.
Manifestó que el objetivo es iniciar, de ser así, el tratamiento correspondiente, el cual administrado en esta etapa logra retardar el avance de la enfermedad y con ello mejorar la expectativa de vida de la persona.
Para quienes ya padecen Parkinson, es muy importante el apego al tratamiento farmacológico, pero también es básico procurar mantenerse activos físicamente, “la terapia física y del lenguaje son tan importantes como la medicación que reciben”, concluyó.