Conforme nos acercamos a la tercera edad, una de nuestras principales preocupaciones es la salud mental: ¿Cómo hacer para mantenernos lúcidos a lo largo de la vida? ¿Cómo evitar esos olvidos cada vez más frecuentes mientras envejecemos? ¿Cómo mantener reflejos y capacidad de atención, para seguir manejando
nuestro auto sin correr peligro?
Alina Bassegoda, directora de Mente en Forma, subrayó la importancia de ofrecer a los adultos mayores herramientas que les ayuden a ser individuos productivos e independientes.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía muestran que prácticamente 10 por ciento de la población de nuestro país pertenece a la tercera edad, y el porcentaje va en aumento. La Mtra. Bassegoda advirtió acerca de los problemas de salud implícitos en este patrón demográfico “para el año 2050, se prevé que haya tantas personas con demencias como hoy hay personas mayores de 59 años; es de la mayor importancia hacer algo para mejorar estas perspectivas,” mencionó.
“En este sentido, el aprendizaje de las nuevas tecnologías favorece la capacidad de mujeres y adultos mayores de mantenerse económicamente activas,” subrayó la experta y añadió “les permite, sobre todo, conservar un cerebro lúcido al aprender nuevas cosas, ya que el uso de tecnología está vinculado directamente con determinadas habilidades cognitivas, como el pensamiento divergente, el pensamiento estratégico, la atención y la memoria”.
“Los científicos han encontrado que no hay necesariamente una relación directa entre la existencia de lesiones cerebrales y la manifestación clínica de esas lesiones,” señaló la Mtra. Bassegoda. “Algunas personas que han ido almacenando ‘reservas cognitivas’ pueden caer con enfermedades como el Alzheimer y no mostrar síntomas.”
Así, aunque no hay evidencia de que padecimientos demenciales como la enfermedad de Alzheimer se puedan prevenir, sí existen numerosos casos de gente enferma que nunca muestra deterioro y funciona con lucidez durante toda la vida. “Esta resistencia y flexibilidad del cerebro suele estar asociada con la estimulación cognitiva que esas personas han tenido a lo largo de la vida: los años de escolaridad, el número de idiomas que domina, su interacción con otras personas, etc.”
Mucha gente deja de utilizar determinadas habilidades, como la memoria, la concentración y la atención, cuando deja de estudiar, o cuando deja de trabajar. Podemos pasar décadas de nuestra vida sin aprender nada realmente nuevo, y eventualmente vamos perdiendo esas facultades que no usamos: nuestro cerebro ya no les dedica recursos.
Sin embargo, si seguimos aprendiendo a lo largo de la vida, si hacemos cosas intelectualmente desafiantes, vamos reuniendo reservas cognitivas. “Es como un sistema de ahorro para el retiro,” refirió la Mtra. Bassegoda. “Una forma de vida que nos permite compensar posibles deterioros en nuestro cerebro si llegamos a enfermar.”