Los padres marcan el destino de los niños quienes, en ocasiones tiene que cumplir en los centros de Readaptación Social Tepepan, junto con sus madres, condenas que van de 10 a 30 años de prisión. Quedan inmersos en un ambiente hostil, donde hablar de robos, secuestros y homicidios son temas de la vida cotidiana.
Pequeñitos que apenas van naciendo a la vida tienen que acompañar a sus madres en reclusión, y se convierten en víctimas del sistema penitenciario, pero al mismo tiempo son la fortaleza de ellas para soportar procesos judiciales y sentencias de más de 50 años de prisión.
En reclusión, sin tener culpa alguna, festejan el Día del Niño, sus cumpleaños, navidad, noche buena, el día del padre, la madre u otros festivales. Las autoridades del Gobierno del Distrito Federal (GDF), no voltean hacía ellos, porque desde que nacieron ya están marcados.
En el penal femenil de Santa Martha Acatitla, ahora Tepepan, se espera que haya atenciones para esta población infantil, que hay juegos, payasos, que reciban obsequios.
En su oportunidad y en una reunión para con la titular de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal (SDSDF), Rosa Icela Rodríguez, recibió una lluvia de demandas sobre las necesidades que enfrentan las internas en el centro de readaptación.
A pesar de que las autoridades anuncian programas de apoyo sobre salud, educación y reinserción social, sus rostros evidencian la falta de una buena alimentación, servicios médicos, sicológicos y jurídicos.
Las reclusas ven limitada para amamantar a su bebé, porque algunas no tuvieron leche y ahora su trabajo es el doble, porque sus pequeñas requiere de fórmula láctea.
Para la mayoría de las madres el gasto más fuerte es comprar pañales y leche; cuando no pueden adquirirlo los niños tienen que aguantar varias horas mojados; tanto los pequeños como sus progenitoras se ven obligados a hacer que les duren para toda la semana los seis pañales que les otorga cada siete días la Subsecretaría del Sistema Penitenciario.