Los Zetas Sus victimas

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Algunas de las víctimas de “Los Zetas” fueron: el periodista tamaulipeco, Pablo Pineda, enemigo acérrimo del narcotráfico y de quien se decía que era informante de la DEA, fue sorprendido por

 Guzmán Decena, quien lo asesinó en junio del 2001 a quemarropa. El reportero nunca usó pistola.

 Roberto Mora, director editorial del periódico “El Mañana de Nuevo Laredo”, publicó el 17 de junio del 2003 que “Los Zetas” extorsionaban a los “narcomenuderos”, “polleros”, contrabandistas, lenones, “loteros”, “yunqueros”. Todo aquél que realizara una actividad ilícita, tenía que pagar una cuota para que Osiel no sólo lo dejara “trabajar”, sino para protegerlo.

 Reseñó el periodista que la ciudad de Nuevo Laredo, en sus 160 años de vida, nunca había llegado a una situación de descaro, incompetencia y corrupción, como la de los últimos años.

 Nueve meses después, la madrugada del 19 de marzo, tras cerrar la edición matutina de su periódico, cuando llegaba a su domicilio con el ejemplar bajo el brazo, cayó fulminado por varias ráfagas de “Cuerno de Chivo”. Nuevamente los “zetas; habían cumplido al pie de la letra las instrucciones del “Matamigos”.

 Francisco Ortiz Franco, quien publicó la identidad de 71 miembros del Cártel de los Arellano Félix, fue ejecutado el 22 de junio del pasado año, de cuatro balazos, calibre 380, en presencia de sus dos menores hijos. Para esa fecha ya se habían unido Osiel Cárdenas Guillén y Benjamín Arellano Félix, ambos confinados en La Palma, alianza que resultaría efímera.

 Al “zeta” Raúl Castelán Cruz, alias “El Ñasca”; se le vinculó con el brutal asesinato del periodista Francisco Arratia Saldierna, colaborador de diferentes diarios tamaulipecos. El comunicador fue

 “levantado” al filo del mediodía del 31 de agosto del presente año y cuatro horas después se encontró el cadáver del comunicador.

 Le habían sido fracturados todos los dedos, uno a uno; presentaba quemaduras en diferentes partes del cuerpo, estallamiento de vísceras; el pulmón izquierdo lo tenía perforado por una de sus mismas costillas que le fracturaron; astillas encajadas en las uñas de manos y pies, una de las muñecas perforada de lado a lado con un taladro y el tiro de gracia.

 Su captura fue posible porque Castelán Cruz se quedó con el teléfono celular del periodista, del que hizo varias llamadas, lo que dio la pauta a los investigadores.

 Los capos Dionisio Román García Sánchez, alias “El Chacho” y Baudelio López Falcón, alias “El Yeyo” o “El Señor de los Caballos”, cayeron también a manos del “Z-1”, así como docenas de personas, entre narcos de poca monta, de medio pelo, capos, policías, militares, abogados, periodistas, etcétera.

 SOMOS VEINTE GRUPOS ZETAS

 UNIDOS COMO FAMILIA

 LOS VEINTE SOMOS LA FUERZA

 CON DIPLOMAS DE SUICIDA

 CONSCIENTES QUE EN CADA ACCION

 PODEMOS PERDER LA VIDA

 La fama cobrada por “Los Zetas” y su jefe, habían sumido ya en el terror no sólo a los tamaulipecos, sino a los habitantes de estados circunvecinos, además de que hampones comunes aprovecharon la triste fama del grupo para convertirse en “zetas piratas”, haciéndose pasar como integrantes del elitista grupo.

 Un mes más tarde de la captura de Osiel, los “zetas” ejecutaron a nueve personas entre los límites de Tamaulipas y Nuevo León, pertenecientes al grupo de “Los Chachos” y de ahí se desató una verdadera carnicería que arrojó decenas de muertos de diferentes bandos, aunque la mayoría de las ejecuciones, fueron atribuidas a los “zetas”.

 La PGR difundió entonces un cartel con la fotografía de 31 “zetas”, ofreciendo millonarias recompensas a quien diera datos para su captura. Así, sobrevendría la captura de muchos de ellos.

 SOY DE MERO MATAMOROS

 TAMAULIPAS ES MI TIERRA

 MI CAPITAL ES VICTORIA

 Y QUE ESTA AL PIE DE LA SIERRA

 UN SALUDO A X-R

 QUE ES DE LA MISMA MADERA

 Ahora, con la captura y muerte de sus principales líderes, de acuerdo a fuentes de la Procuraduría General de la República, “Los Zetas” están prácticamente exterminados aunque aún quedan muchos otros más que recibieron las enseñanzas de los militares desertores, como Oscar

 Omar Treviño Morales, “El Z-42” que es quien encabeza el grupo.

 Pero su cabeza ya también tiene precio, el mismo que tenía su hermano Miguel Ángel, 30 millones de pesos y cinco millones de dólares, es decir un total de casi 80 millones de pesos.

 Sin embargo la estructura de los nuevos “zetas” queda resquebrajada y con escaso margen de acción pues nada más cuentan con cuatro líderes que conocen y manejan rutas, pandillas, células y contactos.

 Además de Oscar Omar, están Sergio Ricardo Basurto Peña, “El Grande”; Maxiley Barahona Nadales, “El Contador” y Román Palomo Rincones, El Coyote”.

 Este último es el más peligroso y violento, ya que fue quien encabezó las matanzas colectivas en el municipio de San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010 y marzo del 2011.

 Por Sergio, Maxiley y Román, la PGR ofrece 10 millones de pesos por cada uno y hasta la fecha, el gobierno norteamericano no los contempla en su lista de los más buscados ni ofrece recompensa alguna por su captura.

 Empero, de los “zetas”, de los desertores del grupo GAFE que fundaron el temible grupo que por más de 17 años se convirtieron en el terror no sólo de narcotraficantes rivales, sino de políticos, empresarios, policías y de la ciudadanía en general, no queda uno solo.

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