La delegación Cuauhtémoc alberga la mayor cantidad de casas y edificios viejos de toda la ciudad, algunos hasta con 150 años o más, situación que representa un alto riesgo para la población de este lugar, sobre todo en aquellos casos en que los inmuebles no
reciben el mantenimiento requerido.
Así lo manifestó Arlette Salgano Tourret, directora general de Protección Civil, de esa demarcación, quien destacó que una vivienda tiene una “vida util” de 40 años, luego de lo cual se le debe dar mantenimiento a fondo, como cambiar sistemas de drenaje, eléctricos, hidráulicos, y hacer revisiones continuas de sus soportes estructurales.
En entrevista, la funcionaria comentó que debido a esa cantidad de viviendas viejas “de un momento a otro cualquiera de ellas puede ser susceptible de ser considerado como de alto riesgo o vulnerabilidad”.
Precisó que esos inmuebles se concentran de manera fundamental en las colonias más antiguas, entre ellas Centro Histórico, Roma, Guerrero, Tabacalera y Juárez.
“Un edificio en una condición normal –dijo–, su tiempo de vida natural es de 40 años, y a partir de ahí tu le tienes que invertir cada vez más, más y más dinero al mantenimiento. Hemos analizado mucho este tema y la verdad es que los mexicanos no tenemos la cultura del mantenimiento. Lo decimos entre chiste y broma pero no tenemos cultura para mantener ni la salud ni a la pareja ni al auto…y lo mismo pasa con las casas, que hay que cambiarles periódicamente el drenaje, hay que cambiarle las instalaciones eléctricas, las instalaciones de gas”.
Citó, como ejemplo, que en el caso de la vecindad localizada en la esquina de Perú y Allende, en el Centro Histórico, y cuyo techo y muros se desplomaron a principios de esta semana, había ahí un tanque de gas que era de 1997, es decir, de 18 años de vida, cuando su uso normal no debe exceder los 10 años. “Estamos hablando de que la gente misma no tiene el deseo de mantener en buenas condiciones lo que utiliza y cree que es eterno”.
De hecho, en el caso del mencionado inmueble “desde hace 2 semanas lo detectamos, vimos deformación en el muro y pedimos que la gente que vive por el lado de Perú le pedimos que desocuparan, y el dueño de la mueblería que estaba en la parte de abajo estaba ya sacando de manera preventiva sus muebles, y los de arriba también había empezado a sacar sus cosas”, explicó Arlette Salgano.
Añadió que se había pedido ya a personal de los institutos Nacional de Bellas Artes (INBA) y Nacional de Antropología e Historia (INAH) que les dieran una cita para que vieran en qué condiciones estaba el inmueble; “ese trámite se hizo en dos semanas y estaba previsto hacer demolición controlada, pero nos ganó”.