Durante los últimos años, la Ciudad de México ha destacado a nivel nacional por la implementación de programas que favorecen la movilidad, y específicamente a través de medios de transporte no motorizados. Hace ya más de una década, se construyó la primera ciclopista de la Ciudad y de esta forma, los esfuerzos para impulsar el uso de
la bicicleta como medio de transporte alternativo y viable para los capitalinos comenzaron.
Por otro lado, con la implementación del programa Ecobici, la bicicleta comenzó a posicionarse como una alternativa viable y accesible para los capitalinos. Según datos del Gobierno del Distrito Federal, a cuatro años de su instalación, Ecobici ha registrado 12 millones de viajes y tiene actualmente 110 mil usuarios registrados, 3 mil 660 bicicletas y hay 275 cicloestaciones. Este programa contempla, en teoría, una serie de medidas encaminadas a la protección de sus usuarios como lo son el seguro de accidentes, único de su tipo en el continente, y campañas de educación vial.
Datos recopilados por la Secretaría de Medio Ambiente demuestran cómo la utilización de la bicicleta y la participación de los ciudadanos se ha incrementado de manera significativa durante los últimos años. El Centro Histórico ha sido un área de uso intensivo y aprovechamiento de la infraestructura ciclista. Datos del sistema ECOBICI revelan que la extensión al Centro Histórico en diciembre de 2010 de dicho sistema, representó un incremento de usuarios del 73% y del 67% de los viajes realizados. No obstante, el Centro Histórico de la Ciudad de México carece de la infraestructura y señalización necesarias para la utilización apropiada de la bicicleta como un medio de transporte alternativo. En este sentido, se ha encontrado que existen incongruencias entre las obligaciones estipuladas por el mismo Gobierno del Distrito Federal y las acciones que ha llevado a cabo en cuanto a la implementación de políticas de movilidad.
Aun cuando en el Reglamento de Tránsito Metropolitano se establece que el peatón y el ciclista tienen la prioridad en el uso del espacio público, y a pesar de los grandes proyectos para la implementación de modelos de peatonalización y semi-peatonalización de vialidades en el Centro Histórico de la Ciudad de México, pocos proyectos encaminados a beneficiar y proteger los derechos de los ciclistas han sido realizados. Además, la falta de infraestructura y de espacios adecuados para la circulación ciclista fomentan que quienes se transportan en este medio utilicen prácticas que ponen en riesgo su seguridad y la de los usuarios y peatones, como es el caso de circular en contraflujo y en espacios destinados al peatón.
Por otro lado, la sobreutilización del automóvil particular en las vialidades del Centro Histórico de la Ciudad de México ha provocado un aumento considerable de las externalidades negativas relacionadas al uso de este medio de transporte. Así lo demuestran los índices de contaminación auditiva registrados y el considerable aumento de los tiempos de traslado y embotellamientos que se generan en las vialidades de esta zona todos los días.