AMLO, la 4T y el peso de la verdad

A LOS PRESIDENCIABLES MORENISTAS:
"La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla": José Martí

Con anterioridad he comentado en este mismo espacio que nuestro presidente se define por el conflicto y la narrativa. Ambos los maneja con maestría, a través de los cuales ensalza a sus fieles seguidores y ejecuta en la plaza pública a quienes considera sus detractores.

El comentario viene a cuento por tres incidentes ocurridos en las últimas 48 horas. Sí, en solo dos días…

El lunes pasado se presentó la senadora Xóchitl Gálvez a ejercer su derecho de réplica por un infundio que lanzó el presidente sobre su persona. La senadora lo hizo con orden judicial en mano, pues el pasado diciembre López Obrador aseveró falsamente que Gálvez estaba en contra de los programas sociales de la 4T.

Al no poder el presidente sostener su aseveración y ante el riesgo de caer en un debate que iba a perder, las puertas de Palacio nunca se abrieron para Gálvez. “¡¿Cómo voy a estar en contra de los programas sociales, si mi abuela murió en un petate?!”, expresó recientemente doña Xóchitl, mujer producto del más admirable y legítimo aspiracionismo que pueda haber en este país.

El pretexto para no recibir a la senadora, como había prometido el presidente si un juez se lo ordenaba, fue que ella se iba a hacer publicidad a sus costillas porque anda buscando una candidatura. Como suele hacerlo, AMLO revolvió la gimnasia con la magnesia, pues doña Xóchitl nunca hubiera intentado ir a una mañanera, si no hubiera sido calumniada.

El segundo ejemplo de la semana fue la orden del presidente, difundida por la secretaria general de MORENA, Citlalli Hernández, en el sentido de que las recién liberadas corcholatas “evitaran participar (con entrevistas) en medios reaccionarios conservadores y adversarios de la 4T”.

La decisión es, comunicacionalmente hablando, un grave error para efectos de promoción de los precandidatos, aunque lo verdaderamente grave fue que parte del prejuicio de que los medios vetados harían escarnio de las corcholatas, lo cual es improbable del todo. Asimismo, denota un temor a que los aspirantes no sean capaces de defender el proyecto de la 4T como no sea en una entrevista a modo con Lord Molécula…

El tercer ejemplo es lo dicho en la mañanera de ayer por el presidente al ser cuestionado sobre los evidentes actos anticipados de campaña de ustedes, los suspirantes de MORENA: “No están eligiendo al precandidato, es un coordinador de la transformación,” pretextó don Andrés. “Es quien va a dirigir la 4T hacia adelante.”

Vaya berenjenal en el que metió López Obrador a su partido, pues para sostener su dicho y evitar una sanción del INE (si es que todavía se puede), la pregunta de la encuesta tendría que ser “¿Quién quiere que sea el coordinador de la defensa de la 4T?”, sin hacer referencia a la candidatura presidencial. Falta que la gente entienda la pregunta, porque sonaría más una postulación a la dirigencia de partido.

¿Por qué es tan grave que el presidente manipule la verdad de tal manera? Porque López Obrador hace un uso estratégico de la confusión, de tal suerte que día a día destruye la posibilidad de que la verdad salga a flote en el debate público.

Su posverdad va más allá de la mentira, pues evita que la gente común desarrolle un sentido de la realidad sobre lo que sucede en nuestro país y solo se refugie en la palabra dorada del tlatoani. Cuando AMLO afirma que él tiene “otros datos”, hace desaparecer los criterios comunes y objetivos para determinar qué es verdad y qué no lo es; por eso le estorban tanto el INAI, la sociedad civil organizada y la rendición de cuentas.

Todos los días, de la mañanera emana un torrente de dizque información que solo es una andanada de emociones para conmover las creencias y prejuicios de su audiencia cautiva y, de paso, fomentar la polarización.

La posverdad no es un invento de AMLO. En el mundo ha habido -y hay-otros mandatarios populistas y polarizadores, y ya se ha visto a dónde condujeron a sus naciones: a la destrucción de la democracia y del progreso común. Ahí están Vladimir Putin en Rusia, Víctor Orbán en Hungría, o Hugo Chávez en Venezuela. La autocracia, que le dicen…

López Obrador no va a cambiar.

Las preguntas pertinentes, entonces, son:

¿El próximo presidente morenista hará lo mismo para sostener a la 4T?

¿Es lo que queremos para el país..?

Leopoldo Mendívil

Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

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