La raya que Claudia no quiere pintar

LIC. MARIO DELGADO, PRESIDENTE DE MORENA:

"Lealtad: fidelidad, honradez, devoción, franqueza": Diccionario de la RAE

Cuánto tiempo aguantará haciendo malabares entre lo que sabe que es necesario hacer y lo que su mentor estipuló que deberá hacer

Dado que un foro de mujeres pidió a Claudia Sheinbaum pintar su raya con respecto a López Obrador, la próxima presidenta ofreció una retahíla de frases retóricas para sostener su negativa.

Las frases arrancaron aplausos en el mitin de celebración de los seis años del triunfo de 2018, como aquello de que distanciarse de AMLO sería como “pintar la raya con el pueblo de México”. Si seguimos el silogismo, lo que doña Claudia nos dice es que don Andrés es la encarnación del pueblo. Me pregunto cuando ocurrió tal transustanciación; misterios de la fe…

Tengo para mí que la doctora Sheinbaum está entre la espada y la pared. Por un lado, quiere “respetar el legado de AMLO”; pero, hablando en plata, éste se reduce al aumento de salario y el reparto de dádivas. Me dirá usted que 66% de pejelovers aplauden ese legado y es verdad, aunque es una herencia muy costosa y difícil de financiar, si no se hace una reforma fiscal y se conquista la confianza de los capitales a fin de que muevan la economía. De otra manera, no habrá recursos suficientes, los servicios públicos empeorarán todavía más y quién sabe cómo van a reaccionar los pejelovers que, como su nombre lo indica, aman al Peje y a nadie más.

Es más, don Mario, a Sheinbaum no le conviene pintar su raya, porque no puede salir a reconocer las grandes fallas de la gestión lopezobradorista, sin resquebrajar la narrativa con la que empieza a construir su propia administración; me refiero a la construcción del segundo piso de la 4T.

Ni modo que salga a reconocer que al crimen organizado “le hacen lo que el viento a Juárez” los programas sociales para combatir las causas del reclutamiento de jóvenes y bases sociales. Como buen populista, don Andrés pretendió resolver el problema con una ecuación de primer grado, de esas que uno aprende en la secundaria, cuando el crimen organizado requiere una ecuación de mecánica cuántica para, por lo menos, disminuirlo.

Y lo mismo puede decirse de la salud pública, trayendo a los carísimos médicos cubanos; del campo, cortándoles los créditos a los pequeños productores; de la educación, con libros de texto que no enseñan matemáticas; del sector energético, con una refinería que no está conectada a ductos; del medio ambiente que no se descarboniza; etc., etc. Con otra, la operatividad de la administración pública está en los huesos, gracias a los austericidios.

Sheinbaum tiene, además, muy poderosas razones de real politik para mantenerse vinculada a López. Ningún presidente ha llegado al fin de su mandato con tanto respaldo popular, pese a las grandes deficiencias de su gestión; el número de seguidores obnubilados por el carisma mesiánico de AMLO y de morenistas rabiosos es considerable. Y ahí están para lo que se le ofrezca al tlatoani, faltaba más.

Supongamos que, en un momento de sensatez, la próxima presidenta tira línea a los legisladores para que aprueben una reforma al Poder Judicial que no incluya el voto directo, pero en cambio endurezca al órgano sancionador a jueces mal portados. Razones no le faltarían a doña Claudia, desde el pánico que genera la actual versión entre los inversionistas, hasta un mínimo de respeto al Estado, a la democracia, a la separación de Poderes y a la institucionalidad.

Después del 1º de octubre, AMLO se iría todo amuinado a su rancho, pero como la venganza no es lo suyo, ni el caudillismo tampoco, en menos de lo que lo platico la próxima presidenta vería cómo surgen conflictos sociales y políticos por todos lados, cortesía de una mano que mecería la cuna con gran entusiasmo desde Palenque. Para poner quieta a dicha mano, la doctora Sheinbaum contaría con los expedientes de unos hijos presidenciales de dudoso comportamiento; sin embargo, recurrir a tal estratagema acabaría por dividir en dos facciones a MORENA, una más aguerrida que la otra. El resultado de la confrontación sería de pronóstico reservado. Y, para variar, los ciudadanos quedaríamos en medio.

Me pregunto cuánto tiempo podrá la próxima presidenta tapar el sol con un dedo sobre la realidad del país que habrá de gobernar; ni echándole montón con los dedos de los legisladores y gobernadores morenistas. Cuánto tiempo aguantará haciendo malabares entre lo que sabe que es necesario hacer y lo que su mentor estipuló que deberá hacer.

Al final del día, don Mario, la disyuntiva de la doctora Sheinbaum es ser leal a López Obrador o ser leal a sí misma y a México.

 

Con la colaboración de Upa Ruiz

X: @upa_ruiz

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