Primero los pobres, pero en serio

 
 

Como seguramente ya estará enterada, el doctor Muhammad Yunnus es a partir de hoy el nuevo jefe del gobierno interino de Bangladesh, cargo al que llega por su liderazgo moral entre las partes en conflicto, en medio de una crisis económica y social que afecta al país.

Yunnus no es un político aun cuando su trabajo sí lo es. Tuve el privilegio de conocerlo y charlar con él cuando vino a México al Encuentro Internacional de Microfinanzas, organizado por el Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario (PRONAFIM). La historia que me contó entonces fue impactante, no en vano dos años después recibió el Premio Nobel de la Paz.

Yunnus, como doctor en Economía, tenía entre sus grandes preocupaciones cómo hacer para que las personas en pobreza pudieran superar su condición y rompieran para sus hijos la cadena intergeneracional. Llevó a cabo varios programas, tanto académicos como gubernamentales, pero no fue hasta que él mismo hizo un préstamo a un grupo de mujeres para la fabricación de muebles de bambú que nació la idea del microcrédito. Una cosa llevó a otra, hasta que fundó un banco para pobres: el Grameen Bank.

El doctor Yunnus era un convencido de que las personas en pobreza lo que necesitan es que confíen en ellas y darles un empujón; es decir, si alguien les concedía un crédito, lo pagarían y así podrían echar a andar un micronegocio. El espacio no me da para contarle la interesantísima historia de éxito del programa que desarrolló el doctor Yunnus, así que brinquémonos a lo que ocurrió en México.

Siendo gobernador, Vicente Fox conoció el programa de microcréditos de Yunnus así que, cuando llegó a la Presidencia, encargó a la doctora Maricarmen Díaz echar a andar un programa similar en México. Y fue un exitazo, mayoritariamente con mujeres.

Los créditos eran realmente micro, empezando en mil pesos, doña Raquel. Una persona presentaba su idea sobre en qué quería trabajar para salir de la pobreza. Eran ideas, no podían desarrollar proyectos; como sea, iban desde comprar herramienta para reparar muebles, hasta hacer tortillas de harina. Los requisitos eran simples: nada de economía informal y debían tener un lugar fijo, generalmente la casa.

El PRONAFIM tuvo dos secretos de éxito. Los créditos se bajaban a través de las microfinancieras privadas, porque la gente no paga cuando el crédito viene del gobierno; saldar la deuda es un principio de responsabilidad y un estímulo para seguir. Así, una acreditada empezaba en mil pesos, luego cinco mil y hasta 30 mil, una y otra vez, mientras pagara.  Además, cuando las microfinancieras reintegraban los recursos al PRONAFIM, se creaba un fondo revolvente para seguir otorgando préstamos. Así, 200 millones de pesos se convertían en mil.

El segundo secreto –el más importante- era que los promotores de las microfinancieras formaban grupos solidarios de acreditadas; se reunían una vez a la semana para que el promotor les enseñara a llevar las cuentas, organizarse y ¡ahorrar!

Esas mujeres que conocí mientras la doctora Díaz Amador estuvo a cargo, realmente conquistaban su independencia y su dignidad.

Al dar seguimiento al PRONAFIM, pude ver muchos casos de éxito. Recuerdo bien a una señora que escasamente sabía leer y escribir; la doctora Díaz la llevó a un programa de radio dedicado a finanzas, cuyos conductores sabían mucho de macroeconomía, pero nada de microeconomía. La señora les explicó cómo funcionaba el programa y cómo le benefició: con las utilidades de su negocito, pudo mantener a sus hijos en la escuela. Uno de ellos había ingresado a la universidad.

El impacto del empoderamiento de las mujeres y de la solidaridad que se generaba en los grupos de acreditadas era tal, que llegaron a hacer frente a maridos golpeadores.

El PRONAFIM empezó a declinar en la administración de Peña Nieto y hoy supongo que está por ahí arrumbado en la Secretaría de Economía, o por lo menos así lo indican las cifras del monitoreo que CONEVAL hace del programa.

Y le cuento todo esto, licenciada Buenrostro, porque la 4T se ha dedicado a repartir dinero a diestra y siniestra, sin indicadores de éxito y sin alcanzar las metas de desarrollo para la población objetivo. El reparto de dádivas ha sido muy eficiente en crear clientelas electorales y nada más.

La esencia de los microcréditos, además de sacar a los pobres de su condición, es fomentar el respeto a sí mismos y a su responsabilidad. Y como dice el anuncio, eso no tiene precio. Eso es lo que genera energía social para el desarrollo y no solo un agradecido votante el día de las elecciones.

Ojalá que cuando usted llegue a la Secretaría de Economía revitalice el PRONAFIM porque, además doña Raquel, tiene la gracia de funcionar muy bien con mujeres, esa mitad de la población que la 4T ha abandonado.

Espero que a usted no le moleste que los pobres sean aspiracionistas.

Con la colaboración de Upa Ruiz

X: @upa_ruiz

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

X: @Lmendivil2015