Hoy, el INE está a punto de abrir las compuertas de la presa y las aguas arrasarían nuestra democracia, nuestra libertad,
nuestra sociedad plural
LIC. GUADALUPE TADDEI, CONSEJERA PRESIDENTA DEL INE:
"Réquiem: canto o texto litúrgico para difuntos": Diccionario de la RAE
Por razones profesionales, tuve la oportunidad de ver el nacimiento del entonces Instituto Federal Electoral, allá por 1991.
El PRI todavía era el partido dominante y, sin embargo, la conformación del Consejo Ciudadano se hizo con sumo cuidado, doña Guadalupe, pues se designaron personalidades intachables en lo profesional y lo ético; además, todos los partidos con registro estuvieron representados en términos igualitarios.
El primer IFE fue presidido por el secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, quien renunció a su voto sobre las resoluciones que se tomaran en el seno del Consejo. No es que don Fernando y el presidente Carlos Salinas lo hicieran por buenas gentes, lo hicieron porque sabían leer los tiempos y, como parte de su manejo político, escuchaban a la oposición.
El IFE, luego denominado INE, logró objetivizar los anhelos democráticos del país, gracias a la transparencia y eficacia en la organización de las elecciones, así como los consejeros ciudadanos que por ahí pasaron. El Instituto siempre pudo conservar la gobernabilidad del país, incluso en momento álgidos como los comicios de 2006. A la fecha, es una de las instituciones con mayor confianza por parte de la ciudadanía.
Después de 33 años de servir al país, el INE está amenazado con desaparecer. Se iría a formar parte de la estructura de la Secretaría de Gobernación, la cual manejaría el padrón electoral y la organización de las elecciones; como en tiempos del PRI de hace 60 años.
¿Por qué? Porque el INE -ahora con un Consejo colonizado por MORENA- está por otorga una sobrerrepresentación al partido oficial y sus aliados, de tal suerte que podrían modificar la Constitución y encaminar al país hacia la ruta del autoritarismo que se ha propuesto Andrés Manuel López Obrador.
El INE no es el único órgano autónomo que desaparecería; es solo el primero del Plan C lopezobradorista. Así que lo mismo ocurrirá con la Comisión Federal de Competencia, la cual se encarga de evitar los monopolios y las prácticas ventajosas en la competencia económica, incluso si se trata de empresas del Estado, para beneficio de la competencia económica y del consumidor.
Muy de cerca le seguiría el Instituto Nacional de Acceso a la Información, gracias al cual los analistas, académicos, periodistas y organismos de la sociedad civil pudieron obligar a las dependencias gubernamentales a entregar información sobre los gastos que ejercían y cómo lo hacían. Gracias a la intervención del INAI, se pudieron develar malos manejos que, de otra manera, se hubieran quedado en el escritorio de la Secretaría de la Función Pública.
Lo mismo sucedería con el CONEVAL, que mide la efectividad de las políticas sociales, y el INEGI, responsable de hacer mediciones sobre las condiciones del país. Éstos y otros organismos surgieron como parte de una arquitectura institucional del Estado moderno, con especialización técnica y autonomía con respecto al gobierno. Gracias a ellos, el país pudo salvarse de la partidocracia y de las coyunturas políticas.
Todas sus funciones pasarían a una u otra secretaría, con la consecuencia perversa de que operarían bajo los intereses de cada dependencia, cuando no del secretario de turno. Así, ¿para qué los querríamos?
También con esta sobrerrepresentación, MORENA y aliados harían de la Constitución y de las leyes lo que les viniera en gana. No sería como en otros tiempos, cuando el partido en el gobierno buscaba el apoyo de la oposición y, cuando no lo conseguía, sus diputados solían decir: “no transita”, “no hay consenso”. Y echaban un paso atrás, porque les importaba la legitimidad de sus decisiones. A MORENA eso le tiene sin cuidado, licenciada Taddei; los guindas creen que los votos son un cheque en blanco.
Con la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, el partido oficial y rémoras que le acompañan muy probablemente destruirán el Poder Judicial, a cuya absurda reforma me referí ayer y en ocasiones anteriores. La impartición de justicia reclama una reforma, pero no esta reforma que no garantiza ninguna mejora, pero sí asegura una parálisis de grandes dimensiones y el sometimiento de los jueces, magistrados y ministros. Adiós la división de Poderes, adiós al derecho de amparo ante la arbitrariedad de la autoridad, adiós a la aspiración de una justicia imparcial.
Y esto sería solo el principio de lo que la 4T desea “construir” para su proyecto de Nación. Un proyecto en el que solo caben los morenistas fieles porque, desde su pretendida superioridad moral, al resto nos descalifican y colocan a nivel de subciudadanos que no merecemos ser escuchados, mucho menos atendidos.
Tengo esta horrible sensación de que los últimos 33 años, los mexicanos de todas las corrientes construimos una presa donde se contenían aguas destructoras. Hoy, el INE está a punto de abrir las compuertas de la presa y las aguas arrasarían nuestra democracia, nuestra libertad, nuestra sociedad plural.
Dígame, licenciada Taddei, ¿rezamos un réquiem por México?
Con la colaboración de Upa Ruiz
X: @upa_ruiz
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X: @Lmendivil2015