Las últimas palabras de Ifigenia Martínez

En síntesis, usted necesitará de las fuerzas sociales y políticas segregadas durante los últimos seis años. México no

puede avanzar en la desconsolidación democrática

DRA. CLAUDIA SHEINBAUM, PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA:

"La democracia no puede darse por sentada:" Sashi Tharoor

La recuerdo bien cuando hizo historia; sí, Ifigenia Martínez hizo historia cuando junto con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo salió del PRI para formar la Corriente Democrática, en 1988, y que poco después devino en el Partido de la Revolución Democrática. Fueron los inicios del amanecer democrático de México.

Es la misma Ifigenia que, a petición de usted, doctora Sheinbaum, la bancada de MORENA la eligió presidenta de la Cámara de Diputados a fin de que fuera ella quien le entregara la banda presidencial. Sin duda, un petición más que justificada a una pionera que le tocó abrir brecha para las siguientes generaciones de mujeres.

Durante la ceremonia de investidura, el desorden impidió que la doctora Martínez leyera su discurso final; sí, el último de la ceremonia y de su vida. Afortunadamente, mi colega y amigo Joaquín López Dóriga lo rescató y me permito citar algunas líneas por su relevancia.

“Que nuestras diferencias no nos dividan,” escribió doña Ifigenia, “sino que sean la fuente de propuestas y soluciones compartidas a los distintos retos que enfrentamos. Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario.”

Palabras sabias de alguien que luchó por la democracia y que vienen a echar luz sobre el legado lopezobradorista para la 4T, esa herencia que podríamos ubicar dentro de desconsolidación democrática que se vive en muchos países.

¿Qué tenemos en común con esas naciones, señora presidenta?

El estudio La incomprensión del retroceso democrático (CAROTHERS, T. y BRENDAN, H. Journal of Democracy, julio 2024), analiza el comportamiento político de 12 países, entre ellos México. El objetivo del estudio fue dirimir si el decaimiento democrático en esas naciones era atribuible a que los ciudadanos no recibían los bienes económicos y sociales prometidos por la democracia, de tal suerte que se desilusionaron y optaron por gobiernos iliberales (sí, con una “i” al inicio). Con la pena de que así clasifican a la 4T, de iliberal.

La investigación encontró que la desigualdad y el desempeño económico no eran particularmente deficientes en estos países: “La desigualdad tendía a disminuir en los cinco años anteriores a las elecciones que llevaron al poder a líderes que terminaron actuando contra la democracia,” afirma el estudio, “con una disminución promedio de casi el 7% en el coeficiente de Gini del país”. En el caso de nuestro país, fueron la corrupción y la inseguridad los determinantes para la llegada de la 4T.

“La mayoría de los votantes en esas elecciones cruciales,” asevera el estudio, “no se estaban volviendo contra la democracia; de hecho, muchos parecían estar tratando de salvarla dándole un reinicio” y ninguno de los gobiernos estudiados conquistó a los votantes diciendo que tomaría decisiones autoritarias; lo hicieron durante sus gestiones.

Lo anterior nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo entender la aceptación de la continuidad de la 4T? Y aquí viene otra característica común en los países estudiados: la percepción ciudadana sobre el desempeño gubernamental solo está vagamente vinculada con los resultados concretos de la gestión, gracias a la posverdad.

Ahora bien, muchas promesas incumplidas del pasado sexenio siguen ahí y me atrevo a pensar que el electorado que la favoreció, doctora Sheinbaum, le dio el beneficio de la duda, esperando que usted sí las concrete. El punto es que las circunstancias son muy distintas a 2018.

No importa si usted no tiene el carisma de su predecesor; lo que le falta a son los recursos económicos, el manejo de la posverdad y el control de su partido. Con otra: muy pronto, las dádivas perderán el encanto de la novedad y, en todo caso, el crédito a su otorgamiento recaerá en la figura deificada del expresidente. En el mediano plazo, dejarán de ser una graciosa concesión para convertirse en un derecho adquirido.

Por todo lo anterior, las palabras de Ifigenia Martínez merecen ser un mantra, por encima de las frases machaconas que escuchamos de parte de su antecesor. Porque lo cierto es que, para dar resultados, señora presidenta, usted tendrá que reorganizar la administración pública; recomponer las instituciones de salud y seguridad; garantizar la legalidad para que lleguen las inversiones; reparar las relaciones con EUA; y un largo etcétera.

En síntesis, usted necesitará de las fuerzas sociales y políticas segregadas durante los últimos seis años. México no puede avanzar en la desconsolidación democrática.

Respetuosamente, le sugiero incluir en el mantra la última frase de la doctora Martínez:

“Es tiempo de altura de miras. Es tiempo de construir horizontes y realidades.”

Con la colaboración de Upa Ruiz

X: @upa_ruiz

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X: @Lmendivil2015