Las organizaciones de la sociedad civil no compiten con el Estado, ni con gobierno alguno; son energía social muy útil
para complementar los programas y acciones de desarrollo, igualdad y bienestar.
DRA. CLAUDIA SHEINBAUM PARDO, PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA:
"El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo gana campeonatos": Michael Jordan
Dentro de sus primeras alocuciones al pueblo de México, echo en falta a un personaje central para el desarrollo del país: las organizaciones de sociedad civil (OSC).
En esto de la OSC, México empezó tarde y, como sabemos, debido al sismo de 1985. Antes del terremoto, existían varias organizaciones filantrópicas, cuya dinámica es más vertical y unilateral; fue hasta ese dramático evento que los ciudadanos cobraron advertencia de qué podían hacer por sus compatriotas, en una dinámica horizontal y de ida y vuelta. Hoy en día hay montones de grupos, organizados de manera voluntaria y sin fines de lucro que toman una causa y la hacen suya en aras del interés general. Las hay grandes y pequeñas, bien y mal estructuradas, de alcance nacional o local.
Las causas componen el enorme abanico de nuestras necesidades, pues van desde niños en condiciones vulnerables, medio ambiente, mujeres maltratadas, bancos de alimentos, educación y hasta seguridad y democracia. Hay organizaciones menos estructuradas desde un punto de vista formal, pero cuyos miembros están unidos fuertemente por el dolor, como son los colectivos de madres buscadoras.
Independientemente del tamaño, pluralidad, causa o estructura, todas las OSC tienen un efecto liberador de las fuerzas sociales al trabajar para contribuir a la solución de problemas sociales donde los gobiernos se han quedado cortos por la razón que sea. Y creo, doña Claudia, que eso es justamente lo que a su antecesor le causaba alergia: que las OSC detectaran las omisiones gubernamentales. Y no se trataba siempre de las fallas de la 4T, pues muchas OSC empezaron acciones mucho antes del 2018. Por ejemplo, la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer se fundó hace 40 años; Nariz Roja, aquella organización que peleó por las quimioterapias para los niños y que fue acusada de golpista, se creó en 2013.
Hasta septiembre, las OSC han sido una piedra en zapato para la 4T y se les ha negado la condición de interlocutor válido; tal vez haya sido porque en general no se prestan al manejo político y mantienen su independencia del poder. Tal perspectiva coloca la relación entre el gobierno y las organizaciones en una suma cero, en vez de ganar-ganar. Esta visión dio lugar a que en la pasada administración se eliminara el presupuesto gubernamental para organizaciones que atienden mujeres con cáncer, lo mismo que a las que brindaban refugio a mujeres maltratadas. La alergia de la 4T hacia las OSC llegó al punto de pretender limitar la deducibilidad de impuestos sobre los donativos que reciben.
Entiendo perfectamente que no resulta grato que un grupo de ciudadanos ponga el dedo en la llaga, en las muchas llagas del país; pero la 4T lo ha tomado como una acción política o como una afrenta personal, y no como una contribución. No debe gustar que una organización venga a cuestionar la política se seguridad o las estadísticas de homicidios, como lo han hecho Causa en Común, Alto al Secuestro y México Unido contra la Delincuencia. Tampoco que pongan bajo la lupa la desatención a los niños, como lo ha hecho la Red por los Derechos de la Infancia. Y bueno, quien en el pasado reciente se llevó un buen número coscorrones presidenciales por sus investigaciones fue Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
Si el problema de las mujeres, el de la infancia, el de la inseguridad, el de la corrupción y muchos otros estuvieran resueltos, no habría ninguna organización abocada a ellos.
A diferencia del expresidente, en el IPADE ven a estas organizaciones como un gran aliado para la provisión de bienes y servicios a la sociedad, sin transacción monetaria de por medio. Mire, presidenta Sheinbaum, lo que en este instituto les dicen a los empresarios: Las OSC son “una cuna de soluciones estratégicas para resolver los problemas sociales más complejos. Prueba de esto, es que el Objetivo 17 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ‘Alianzas para el Desarrollo’ afirma que ‘con los incentivos adecuados, el sector social a través de las OSC puede acumular un know-how muy particular y pertinente para estrategias de desarrollo global y local’”.