Es sabido que, al señor del Palacio Nacional, -PN-, le enfada que le arrebaten la plancha del Zócalo de la CDMX,
que durante 24 años creyó era de uso exclusivo de sus movimientos “sociales”.
Van tres marchas ciudadanas que le han quitado la fatua sonrisa, lo han puesto de muy mal humor y ha insultado a diestra y siniestra, confirmando su intolerancia y autoritarismo.
Al presidente AMLO, le dolió mucho el reportaje de Tim Golden, a quien también ha insultado desmesuradamente, al presidente se le nota descontrolado.
A lo largo de las semanas López Obrador no ha dejado de insistir en el tema, luego de la aparición del epíteto convertido en hashtag “#narcopresidente” peor se ha puesto.
Para no parar las malas noticias que llegan a PN, las encuestas reales, no las pagadas, le colocan los nervios muy mal, su candidata no levanta, esta estancada, mientras la opositora casi alcanza ya los números de la oficial.
Para el presidente las mañaneras se han convertido en la arena en la que viola todos los mandatos del Instituto Nacional Electoral, -INE-.
Apoya de manera ilegal a su candidata con la ilusión de que eso milagrosamente la mejore en las encuestas.
López Obrador, es un contumaz violador de la Constitución, de las Leyes, para él sólo existe una ley, y esa es su “sacra” voluntad.
Insensible a los problemas de inseguridad, aplaude, avala que ministros de culto de la Iglesia de Roma, hablen con los criminales para pedirles una tregua.
Sabe el ciudadano del PN, que lo que están haciendo los Obispos de Guerrero, infiere, desde luego, un delito, pasa nada, el señor presidente ya lo aprobó.
El otrora sagaz político, se ha tornado en un personaje aislado, ensoberbecido y cegado a la realidad, ensimismado, descolocado, irritado.
En absoluta negación, cada día comete errores, cada día deja más heridos y cadáveres en el camino que tarde o temprano le cobraran agravios.
La desesperación se apodera de su ánimo, en las “mañaneras” repite consignas; a los verdaderos reporteros que lo cuestionan, les responde generalidades fuera del tema.
Pretende una imagen de inquebrantable, de sabelotodo, de que no hay nada de que preocuparse en el país, país que se le deshace entre las manos, un país al punto de la quiebra.
En otras cosas:
Tras años de no conceder entrevistas, le concede una a la joven presentadora Inna Afinogenova, quien fuera subdirectora de Russia Today, agencia de noticias del gobierno de Vladimiro Putin, y ahora colocada en Canal Red, medio español cuyo propietario es el ultraizquierdista Pablo Iglesias, amigo de Putin, Maduro, Díaz-Canel, y que fuera líder del partido Podemos.
La interviú resultó en una repetición de las mañaneras, sin preguntas incómodas, una charla a modo, sin ningún valor periodístico, dos horas de soponcio, sólo para el solaz del propio presidente y sus fieles.
Entre su libro, “Gracias”, las consignas mañaneras, y ahora esta platica insulsa, es más divertido verlo bajo los efectos de sus monumentales cabreos.
En Palacio Nacional, la desesperación campea a sus anchas. Hasta la próxima.