Durante cinco años hemos vivido el régimen de la mentira y la hipocresía, el lenguaje de toda la clase política que hoy
acompaña al nuevo emperador, y sus opositores. No llaman a las cosas, fenómenos o accidentes, por su nombre, utilizan eufemismos que los hacen obvios, se tergiversa el dialogo social.
Bertolt Brecht, recomendaba para abatir, destruir esa hipocresía y mentira en el lenguaje: decir la verdad, eso sería lo ideal para la política mexicana.
Para que lo nuevo, -no somos iguales-, sustituya lo viejo, -el prian-, recordar a Antonio Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claro oscuro surgen los monstruos”.
Un gran ejemplo para Morena, que debieran atender, ese aviso de peligro que nos lega Gramsci, el peligro de que surjan los monstruos en el tránsito entre lo nuevo y lo viejo.
El problema para Morena es Andrés Manuel, convertido en el monstruo gramsciano, lo más grave es que está arrastrando a una nación entera al abismo autoritario.
Debemos evitar una democracia lotificada, parcelada, aunque hoy, esa percepción es muy fuerte, la disputa por la propiedad de la Constitución, sería un buen ejemplo.
Pero Morena es tramposa, y las oposiciones caen seducidos por lo trivial de las discusiones, todo es blanco y negro, no proponen.
Dicen defender la Constitución, hoy propiedad de Morena y su gobierno, se trataría de responder con contra propuestas, no sólo una defensa iracunda.
La sociedad mexicana se encuentra atrapada en la lucha ideológica de dos bandos, una supuesta izquierda y la centro derecha, ambas visiones sesgadas, sin dudas.
La maniquea política mexicana, lo bueno contra lo malo, más allá de las abusivas modificaciones constitucionales, las oposiciones aguardarán a utilizar el recurso de acudir a la SCJN.
La Suprema Corte como la gran salvadora, a eso se atienen quienes militan en las fuerzas opositoras, se refugian en la hipocresía del: “no tenemos los votos suficientes”, pero no proponen.
La oscuridad en el lenguaje, la hipocresía en cada político, en cada oposición, insultos, bajezas y agresividad permean los diálogos sociales y en las cámaras.
Morena inició su vida con el discurso del cambio, del combate a la corrupción, y nada cumplió, del lado opositor, sólo palabras y también mentiras.
Vive México en la idea del poder como una propiedad, como algo que se puede ejercer sin contrapesos, un mal de toda la clase política, estén o no en el poder.
En el ecosistema mexicano, no emergen nuevos partidos, nuevas especies que renueven lo que tenemos, viejo y desgastado.
Estamos lejos de fortificar nuestra economía, nuestra democracia, tenemos parásitos que nos consumen internamente.
Tememos a la verdad, no la decimos, no la usamos, no hay una pluralidad de partidos, la visión es: buenos contra malos, izquierda contra derecha.
La diversidad ideológica nos haría mucho bien, algo refrescante, salir de esta hipocresía, de tantas mentiras, una revolución positiva, energética y de avanzada.
Un México más justo, con desarrollo económico y político, un México de libertades, -hoy se están perdiendo-, Un México en el que quepamos todas las ideologías, diversidades y pensamientos, un país plural. Hasta la próxima.
Jesús Corona Osornio
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Periodista, Psicoanalista, Director de Analítica Lacaniana, autor de El Acento Periodismo. Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión. con más de 37 años ejerciendo el periodismo en México.