Muy cerca de la cumbre del volcán Mauna Kea en Hawái, a 3.970 metros sobre el nivel del mar, se encuentra un pequeño lago alpino, el único de toda la isla, que juega un importante papel en la ecología y la cultura locales. El Waiau es considerado por los nativos como una puerta a otros mundos, un lugar que conecta la Tierra con la esfera espiritual. Incluso existe la costumbre de arrojar a sus aguas el cordón umbilical de los niños recién nacidos con la esperanza de que ese «regalo» les traiga a cambio una larga vida. Pero el lago se seca de forma alarmante. Ha encogido de cien metros de anchura y 3 de profundidad en 2009 a menos de 10 metros y unos 20 cm en la actualidad. Se ha convertido en un charco. Su situación no tiene precedentes.